Se extinguió en lo más crudo del invierno: los arroyos estaban congelados, los aeródromos casi desiertos, y en las plazas la nieve desfiguraba las estatuas; el mercurio se hundió en la boca del día moribundo. Los instrumentos de que disponemos coinciden en decirnos que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.
Se extinguió en lo más crudo del invierno: los arroyos estaban congelados, los aeródromos casi desiertos, y en las plazas la nieve desfiguraba las estatuas; el mercurio se hundió en la boca del día moribundo. Los instrumentos de que disponemos coinciden en decirnos que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.
En esta segunda recopilación poética de María Acuña se amplía el abanico de poemas dedicados al amor que, en sus varias versiones, formaban parte ya de Poesía descalza. Si en la Antigüedad los griegos llegaron a distinguir hasta diez tipos de amor, son cuatro los que predominan en la obra de Acuña: Eros, Storgé, Philia y Agápē. Eros es el amor sexual, Storgé el amor fraternal entre padres e hijos, maridos y esposas, entre hermanos; Philia amor hacia el prójimo y afecto entre amigos, Agápē es el amor abnegado que nos insta a la acción y busca el bienestar de los demás. Poesía descalza oscilaba con fluidez entre estas cuatro definiciones del amor y consta de veinte poemas con tres marcadas unidades temáticas: amor y desamor, guerra y paz, campo y naturaleza. En cambio, en Por la vida siento la fuerza Acuña le echa un pulso a Eros. Ahora todo es verbo y cuerpo, esperanza y desengaño, ansia y embriaguez, condena y cárcel; las diferentes formas de amar no se pierden, pero sí se supeditan al amor erótico. En los ochenta y nueve poemas que conforman este libro prevalece la intimidad sexual, aunque las demás acepciones del amor asomen tras muchos de sus versos.
Única, entrañable, divertida y antirromántica:
ALBALEZ, «una Mafalda del siglo XXI» (Pilar Martín,EFE)
«Irónica, inteligente y mordaz. Las viñetas de Albalez son como la vida misma... pero mejor.»
Elísabet Benavent
Albalez es millennial, pero no puede con la vida moderna. De hecho, está convencida de que la Tierra es su planeta de adopción y que en su planeta de origen, el biológico, no se madruga, ni se trabaja, y desde luego no existen los lunes. Para sobrevivir aquí, ¿qué mejor que Netflix, la pizza y las amigas, aunque estas a menudo le provoquen daños degenerativos con esos líos que se traen con el amor? Porque si de algo está convencida, por encima de todo, es que el amor romántico no existe.
Desde niña, Holly ha tenido que cuidar de su hermano y comportarse como la madre responsable que nunca tuvieron. Día tras día intenta dar normalidad a sus vidas, aunque toque salir corriendo y empezar de cero. Por la felicidad del pequeño Roni está dispuesta a todo, incluso a renunciar a sus propios sueños.
Las dificultades y desengaños que ha soportado le han hecho creer que el amor no es para ella y la han transformado en la persona desconfiada que es. Pero todo cambiará cuando conozca a su nuevo vecino, un atractivo bailarín rubio de ojos azules llamado Gonzalo. Holly se esforzará para ver todos sus defectos, pero ha dado con el chico perfecto y, sin poder remediarlo, ya se está enamorando de él.
Las malas lenguas de la alta sociedad inglesa estarían encantadas de saber que una dama como lady Phoebe Fairchild ha tenido que montar su propio negocio para salir adelante. Por eso, cuando esta se ve obligada a coser para las hermanas de William Darby, vizconde de Summerfield, decide adoptar una personalidad ficticia y convertirse en madame Dupree. Phoebe descubre que su atracción visceral por el vizconde es correspondida cuando el le propone que sean amantes. A medida que crece el deseo del uno por el otro, tambien aumentan los riesgos ¿Conseguirá Phoebe que el vizconde la siga amando cuando descubra su verdadera identidad?
Oryx y Crake es una inolvidable historia de amor y una conmovedora imagen de un cercano e inquietante horizonte postapocalíptico.
Conocido como Jimmy antes de que el planeta se viese asolado por una serie de desastres naturales, Hombre de las Nieves llora la pérdida de Crake, su mejor amigo, y de la bella y esquiva Oryx, de quien ambos estaban enamorados, mientras lucha por sobrevivir en absoluta soledad sobre la faz de la Tierra.
A merced de los elementos, acechado por los recuerdos y sin más compañía que la de los Hijos de Crake, esos seres de ojos verdes que lo consideran una especie de profeta, Hombre de las Nieves se pregunta cómo ha podido cambiar todo en tan poco tiempo y emprende un doble viaje hacia su pasado y hacia la burbuja de alta tecnología creada por Crake, el lugar donde empezó todo.