Alberto Savinio (Andrea de Chirico) representa una de las expresiones más afortunadas del Surrealismo. Savinio cuenta que un día de 1937, en Paris, André Breton le dio a leer un escrito suyo donde decía que tanto él como su hermano, el pintor Giorgio de Chirico, eran dos de las expresiones más importantes de ese extraño arte llamado Surrealismo. Palabras lisonjeras las de Bretón, pero que podrían confundir a los lectores de este peculiar escritor italiano. En todo caso el surrealismo de Savinio sigue sus propios cauces: «Mi surrealismo», dice Savinio, «como testimonian muchos de mis escritos y de mis pinturas, no se contenta con representar lo informe y con exprimir el inconsciente, sino en darle forma a lo informe y conciencia al inconsciente». Con estos cuentos, Alberto Savinio nos muestra una de las formas más originales del surrealismo.
Una novela romántico-erótica rodeada de situaciones divertidas, llenas de sensualidad y seducción y una trama repleta de trampas, errores y mucha química sexual.
«Me llamo María Asunción Peralta de la Merced y Luengo Medina. ¿A que es elegante? Claro, en mi círculo todos tenemos nombres similares, aunque cuando cumplí los quince elegí uno más abreviado: Sun.
Hay quien piensa que crecer en una familia adinerada y con la vida resuelta es una maldición. ¡Ja, ja, ja! Es lo mejor. Disfruto de las comodidades, recibo una sustanciosa asignación de la empresa familiar que dirige mi padre y sólo me preocupan dos cosas: mis amigas y el hombre de mis sueños.
A las primeras las tengo siempre a mi lado. El segundo se me está resistiendo, la verdad. Llevo más de diez años persiguiendo a Gaudioso; sí, ése es su nombre, no os riais. Nada más conocerlo suspiré por él y empecé a llamarlo Gaudi, mucho más glamuroso. Es el mejor amigo de mi hermano y tarde o temprano estaremos juntos. En breve tendré la oportunidad definitiva...»
Esta es la historia de tres mujeres que lo han perdido todo.
Incluso el miedo.
Por eso son tan peligrosas.
Esta es la historia de una venganza imposible, sin ninguna posibilidad de éxito.
Esta es la historia de tres mujeres que se atreven a hacer lo que los demás sólo nos atrevemos a imaginar.
Algo muy poderoso está a punto de ocurrir.
Pier Paolo Pasolini siempre tuvo una fuerte vocación por dialogar con sus lectores, admiradores e incluso enemigos. A partir de 1960, la revista Vie nuove dedicará una sección para que el escritor italiano respondiera semanalmente a cartas de obreros, estudiantes, aspirantes a escritor o amas de casa en busca de consejo e inspiración, para compartir lecturas e incluso para polemizar con sus ideas y sus libros. Pasolini se muestra duro y comprensivo, amable y riguroso, implicándose con pasión en las respuestas a las cuestiones que le plantean.
«No soy epiléptica, tengo epilepsia». Esta aseveración, pronunciada con la furia eléctrica que habita en Lily, la protagonista de este libro, es una de las múltiples puertas de entrada a una historia, jamás mejor dicho, deslumbrante. Una novela donde la enfermedad es presente cotidiano, la búsqueda convierte al pasado en futuro inmediato y las relaciones humanas se enfrentan a su condición determinante: la ruptura constante y repetida que antecede a la reconstrucción. Aunque se ha dicho hasta el cansancio que leer es habitar un espacio diferente, encontrar un libro que encierra al lector en los acontecimientos narrados es tan extraño como doloroso, más cuando se trata de vivir una enfermedad que no nos ha sido destinada, padecer la urgencia de una investigación que de testigos nos convierte en cómplices, experimentar la dualidad amor-odio que gobierna las relaciones de Lily con los otros, pasear por un Londres que se come a sí mismo y a sus habitantes, deambular por los pasillos de hospitales que parecen cementerios. Ray Robinson, en su primera novela, ha logrado lo que tantos escritores buscan durante toda su vida: entregar a sus lectores una experiencia sinestésica, una historia absoluta. Hacernos sentir las descargas de energía que recorren la piel en un ataque, inmovilizarnos los brazos y las piernas, descontrolar el castañeo de nuestros dientes, deslumbrarnos con la luz blanca y destellante que lo gobierna todo mientras la electricidad toma posesión de nuestros cuerpos.
Después de un año nada es igual que antes y aunque es cierto que no podemos cruzar dos veces el mismo río, hay ríos que necesitamos cruzar más de una vez.
Una tierna y profunda historia sobre el amor entre dos chicas que buscan su lugar, por el autor de La edad de la ira.
Decálogo para ser nosotras:
1. No nos haremos daño con lo que sí valió la pena.
2. No nos castigaremos con el silencio.
3. No nos callaremos lo que importe decir.
4. No nos obligaremos a hablar cuando no queramos hacerlo.
5. No daremos explicaciones si no nos ayudan a ser.
6. No trivializaremos lo que fuimos.
7. No haremos caso a quienes nos aconsejen sin conocernos.
8. No dejaremos de intentar conocernos.
9. No nos asustaremos cuando nos hayamos conocido.
10. No dejaremos nunca de cruzar el río de las primeras veces.
Carla & Joana
Una tierna y profunda historia sobre el amor entre dos chicas que buscan su lugar.