"El mundo no es una novela, pero el mundo nunca resulta tan comprensible como cuando se viste de novela. Si mi hija preguntara cómo era la España en la que nació, le diría que leyera una novela, por ejemplo Crematorio, de Chirbes." Ricardo Menéndez Salmón, El País
Primero llegan la tormenta y el rayo y la muerte de Domènec, el campesino poeta. Luego, Dolceta, que no puede parar de reír mientras cuenta las historias de las cuatro mujeres a las que colgaron por brujas. Sió, que tiene que criar sola a Mia e Hilari ahí arriba en Matavaques. Y las trompetas de los muertos, que, con su sombrero negro y apetitoso, anuncian la inmutabilidad del ciclo de la vida.
Canto yo y la montaña baila es una novela en la que toman la palabra mujeres y hombres, fantasmas y mujeres de agua, nubes y setas, perros y corzos que habitan entre Camprodon y Prats de Molló, en los Pirineos. Una zona de alta montaña y de frontera que, más allá de la leyenda, conserva la memoria de siglos de lucha por la supervivencia, de persecuciones guiadas por la ignorancia y el fanatismo, de guerras fratricidas, pero que encarna también una belleza a la que no le hacen falta muchos adjetivos. Un terreno fértil para liberar la imaginación y el pensamiento, las ganas de hablar y de contar historias. Un lugar, quizás, para empezar de nuevo y encontrar cierta redención.
En 1996, Allen Ginsberg tenía setenta años, se encontraba muy delicado de salud y le quedaba apenas un año de vida. Impulsado quizá por la urgencia de cantar unas últimas verdades, y a pesar de sus escasas apariciones públicas durante aquel período, el poeta beat se lanzó a un gran proyecto final: el de musicar, en colaboración con Paul McCartney y Philip Glass, una colección de pequeños poemas que acababa de publicar en la revista The Nation: se trataba de la Balada de los esqueletos.
Inspirados en la festividad mexicana del Día de los Muertos, estos esqueletos universales reproducen y padecen los males de nuestra sociedad, ejercen y a la vez sufren el poder, dejándose el cuerpo en ello. Entre todos conforman la danza macabra del sistema de agotamiento, explotación y destrucción en que vivimos. Sus versos, tan radicales como divertidos, azote de la moral estadounidense, mantienen hoy su feroz condición de sátira carnavalesca, cobrando una sorprendente y acaso terrorífica actualidad.
El 7 de julio de 1969, Perec le escribió una carta a Maurice Nadeau para ponerle al día de sus proyectos y le explicó un plan tan bello como ambicioso, en el que preveía «un vasto conjunto autobiográfico que se articula en cuatro libros, y cuya realización me exigirá al menos doce años; no doy esta cifra al azar: se corresponde con el tiempo necesario para la redacción del último de esos cuatro libros, que delimita el tiempo necesario para la realización de los otros tres. Este cuarto libro nace de una idea bastante monstruosa, pero bastante estimulante, creo».
Tara Selter, la librera anticuaria atrapada en el bucle temporal de un dieciocho de noviembre del que no encuentra modo de escapar, continua en este segundo volumen anotando sus reflexiones sobre la insólita situación que está viviendo. Regresa a la habitación de hotel en la que todo comenzó, hace una peculiar visita a su familia, emprende un viaje por todas las latitudes de Europa en un intento de recrear el paso de las estaciones y sigue haciendose preguntas sobre quien es, quienes somos, cuál es nuestra relación con el tiempo
Adaptación del exitoso podcast homónimo, enriquecido con textos y citas y ampliamente ilustrado.
Todas las novelas de Amélie Nothomb están indisolublemente unidas a Japón, ya sea de forma lejana o profundamente íntima. La autora pasó allí sus primeros años, convencida de ser japonesa, y el desarraigo que le causó dejar aquel país prendió en ella uno de sus rasgos más característicos, la nostalgia, y se transformó en la creación de una mitología personal que ha marcado su obra de manera ininterrumpida.
Las conversaciones entre Amélie Nothomb y Laureline Amanieux para el podcast homónimo constituyen el hilo conductor de Japón eterno: un viaje introspectivo al corazón del alma nipona. A lo largo de la obra, esas conversaciones se entrelazan con las de otros expertos en cultura japonesa, que la enriquecen con su visión y sabiduría y nos acompañan por el camino de los kami, el camino del budismo, el camino del guerrero y el camino de la elegancia.