Una novela inteligente que arremete contra la hipocresía. De una de las voces más celebradas de la literatura norteamericana.
Mientras Estados Unidos se prepara para la Guerra de Iraq, Tassie, una chica de campo que estudia en una ciudad del Medio Oeste, empieza a trabajar como canguro para un matrimonio de blancos que ha adoptado a una niña de origen afroamericano. Poco a poco, Tassie se va sintiendo más unida a ella, y la protege y quiere como si fuera su propia hija. Pero la vida revela sus inevitables secretos: los padres adoptivos ocultan algo, y su descubrimiento romperá para siempre los lazos entre Tassie y la pequeña.
Al pie de la escalera es una novela perspicaz e inteligente que desnuda la hipocresía de la clase media a través de un tema universal: la adopción. El inconfundible estilo de Lorrie Moore, esa mezcla de sentido del humor y profunda visión de la realidad, la han convertido en una de las figuras estelares de la narrativa norteamericana contemporánea.
Puede que estemos, ni más ni menos, ante la pluma más atractiva de las letras americanas actuales. Jonathan Lethem, The New York Times Book Review
La mejor escritora americana de su generación. Nick Hornby
Cuando Amaia Salazar tenía doce años estuvo perdida en el bosque durante dieciséis horas. Era de madrugada cuando la encontraron a treinta kilómetros al norte del lugar donde se había despistado de la senda. Desvanecida bajo la intensa lluvia, la ropa ennegrecida y chamuscada como la de una bruja medieval rescatada de una hoguera y, en contraste, la piel blanca, limpia y helada como si acabase de surgir del hielo.»
En agosto de 2005, mucho antes de los crímenes que conmocionaron el valle del Baztán, una joven Amaia Salazar de veinticinco años, subinspectora de la Policía Foral, participa en un curso de intercambio para policías de la Europol en la Academia del FBI, en Estados Unidos, que imparte Aloisius Dupree, el jefe de la unidad de investigación.
El intruso retiró el muñeco y observó la carita de la niña [...]. No había ya luz en su rostro y la sensación de estar ante un receptáculo vacío se acrecentó al llevarse de nuevo el muñeco a la cara para aspirar el aroma infantil, ahora enriquecido por el aliento de un alma.»
Ha pasado ya un mes desde que la inspectora de la Policía Foral recuperó a su hijo y pudo detener a Berasategui. Pero a pesar de que tanto la Guardia Civil como el juez Markina dan por muerta a Rosario, Amaia siente que no está libre de peligro, un desasosiego que solo Jonan comprende.
La muerte súbita de una niña en Elizondo resulta sospechosa: el bebé tiene unas marcas rojizas en el rostro que indican que ha habido presión digital, y además, su padre intenta llevarse el cadáver.
Ainhoa Elizasu fue la segunda víctima del basajaun, aunque entonces la prensa todavía no lo llamaba así. Fue un poco más tarde cuando trascendió que alrededor de los cadáveres aparecían pelos de animal, restos de piel y rastros dudosamente humanos, unidos a una especie de fúnebre ceremonia de purificación. Una fuerza maligna, telúrica y ancestral parecía haber marcado los cuerpos de aquellas casi niñas con la ropa rasgada, el vello púbico rasurado y las manos dispuestas en actitud virginal.»
En los márgenes del río Baztán, en el valle de Navarra, aparece el cuerpo desnudo de una adolescente en unas circunstancias que lo ponen en relación con un asesinato ocurrido en los alrededores un mes atrás.
Amaia dio un paso adelante para ver el cuadro. Jasón Medina aparecía sentado en el retrete con la cabeza echada hacia atrás. Un corte oscuro y profundo surcaba su cuello. La sangre había empapado la pechera de la camisa como un babero rojo que hubiera resbalado entre sus piernas, tiñendo todo a su paso. El cuerpo aún emanaba calor, y el olor de la muerte reciente viciaba el aire.»
El juicio contra el padrastro de la joven Johana Márquez está a punto de comenzar. A él asiste una embarazada Amaia Salazar, la inspectora de la Policía Foral que un año atrás había resuelto los crímenes del llamado basajaun, que sembraron de terror el valle de Baztán. Amaia también había reunido las pruebas inculpatorias contra Jasón Medina, que imitando el modus operandi del basajaun había asesinado, violado y mutilado a Johana, la adolescente hija de su mujer.
La poeta es una joven que profundiza en su interior buscando las palabras apropiadas para definir su propio contorno. En su primer poemario, Sara Búho nos invita a realizar un viaje de autodescubrimiento lleno de serenidad y experiencias, con la valentía de enfrentarse a errores y trazar su propio itinerario hacia un extraordinario aprendizaje vital.
Con una voz sincera y una madurez inusual, la autora se cuestiona la voracidad de las pasiones y la necesidad de un sosiego imperturbable, a la vez que nos invita a controlar las emociones. Este libro es un canto a la introspección, el triunfo de la reflexión y una celebración de esa victoria personal que se encuentra en el corazón de cada persona.