En 1935, W. H. Auden, Christopher Isherwood y Stephen Spender, los tres escritores ingleses más importantes de su generación, llegan a Sintra, antigua capital de Portugal. Su idea es alquilar una casa grande donde poder vivir todos juntos para siempre. En la localidad lusa se dedican a escribir y a conversar, y mantienen un diario común de diciembre de 1935 a agosto de 1936 en el cual todos son responsables de contar historias y anotar sus observaciones. La guerra está de fondo, muy cerca: en julio de 1936 estalla la Guerra Civil Española, prueba general de la Segunda Guerra Mundial. La política y los sentimientos se funden y chocan mientras aparecen en los diarios inspiraciones que luego se trasladarían a sus obras. Son páginas rescatadas del olvido: Matthew Spender, hijo de Stephen, se ha hecho cargo de la edición y el resultado es un texto en el que el lector podrá vivir en primera persona los destinos de algunas personalidades excepcionales de la cultura del siglo XX. Sintra evocaba grandes figuras literarias como el libertino William Beckford, que compró aquí una villa y creó un jardín, o Byron, que en Sintra escribió parte de Las peregrinaciones de Childe Harlod... todos ellos contribuyeron a hacer de la ciudad un sinónimo de libertad, un lugar mítico con tintes nostálgicos. Los tres intelectuales huyen de una Inglaterra homófoba (donde el delito de homosexualidad no se abolió hasta 1967) y encuentran en Sintra un espacio ideal para vivir libremente, el diario refleja ese deseo de encontrar un lugar fuera del mundo mientras Europa se desmorona.
Robert Grieve, un joven inglés que vive a la deriva en Camboya, trabajando como profesor en una pequeña aldea, decide desaparecer del mapa. La primera noche, rumbo a Tailandia, un golpe de fortuna activa una cadena de acontecimientos en la que toman parte una bolsa de dinero «maldito», un americano distinguido, un baúl repleto de heroína, un taxista buscavidas y la hija de un médico rico. Cazadores en la noche es un sofisticado juego del gato y el ratón con reminiscencias de Patricia Highsmith, en el que las identidades son difusas, la avaricia se impone a la bondad y el karma es despiadado. Una novela magistral que confirma a Lawrence Osborne como uno de los escritores contemporáneos más potentes.
Un libro que confirma a Annie Dillard como una de las más importantes escritoras vivas.
Los grandes escritores de 'nature writing' son capaces de observar la naturaleza con una agudeza singular y construir un relato que permita al lector viajar hasta esos mundos tan ajenos a nuestra cotidianeidad. Dillard, sin embargo, va más allá. Ve a través de las grietas por las que el mundo se deshilvana y se reteje, donde los fenómenos más dispares encuentran su vínculo. Dillard es hija de Thoreau, pero también del Maestro Eckhart. Es una incansable exploradora: da igual que nos hable de un viaje a las Galápagos, a la Antártida o a las colinas que la rodean: allá donde se posa su mirada la belleza del mundo arrasa sus pupilas, y sus palabras, como la mejor poesía, dan cuenta de esa lucha por transmitir el misterio último de una emoción que carece de lenguaje.