Milán, abril de 2003. Riccardo Mezzanotte es un joven inspector de policía que acaba de incorporarse a la Sección de la Policía Ferroviaria de la Estación Central. Tiene una propensión innata a meterse en problemas y comienza a investigar un caso que no parece interesar a nadie: alguien está esparciendo cadáveres de animales horriblemente mutilados por la estación.
Laura Cordero es una joven de veinte años, hermosa y de buena familia, que esconde un secreto. Ella suele llamarlo «el regalo» pero lo considera más bien una maldición de la que no puede hablar. Colabora como voluntaria en un centro de atención a los marginados que se encuentra en la Estación Central y también intenta resolver un misterio: quiere encontrar a dos niños a los que ha visto varias veces deambulando por los alrededores de la estación al atardecer, solos.
La estación, poderosa como una fortaleza, solemne como un mausoleo, enigmática como una pirámide egipcia, parece albergar muchos más misterios: entre los dolorosos pliegues de su historia, tras sus suntuosas columnas y, sobre todo, en sus laberintos subterráneos, gran parte en desuso, donde normalmente ni la policía se atreve a aventurarse, los destinos de Riccardo y Laura se cruzarán y juntos encontrarán la resolución a los misterios que ambos tratan de resolver.
Javier Serena nos remite en La estación Baldía al ambiente de la inmediata posguerra civil, donde los rescoldos del drama humano son patentes en una sociedad rota por la guerra. La mezquindad humana, la necedad y la crueldad que poblaron la guerra, aparecen entreveradas de signos de humanidad y compasión capaces de rescatar la fe en el ser humano, dentro del gris mosaico de una sociedad desgarrada. La difícil vida de las mujeres en este tiempo y este lugar está personificada en la heroína de la novela, que encarna a toda una generación.
Prusia 1914. Felicia ha crecido muy protegida en Lulinn, la finca familiar en Prusia Oriental. Le encanta montar a caballo, vivir rodeada de naturaleza y pasar todo el tiempo que puede con Maksim, su compañero de juegos de infancia de quien está enamorada. Pero tiempos nuevos y convulsos llegan hasta su paraíso privado y Maksim, impresionado por las ideas revolucionarias procedentes de Rusia, decide marcharse a ese país.
Poco después de desatarse la Primera Guerra Mundial los primeros soldados del ejército ruso aparecen en Lulinn. Felicia está sola con sus abuelos y consigue impedir que entren en la casa, pero cuando el anciano muere, abuela y nieta se ven obligadas a huir. En Berlín conoce a Alex Lombard, un joven de buena familia que puede proporcionarle un bienestar al que no está dispuesta a renunciar y se casa con él, aunque su corazón pertenece a Maksim...
De las trincheras francesas a la Rusia revolucionaria, del Berlín decadente de entre guerras al crac financiero de Wall Street y el surgimiento del nazismo, La estación de las tormentas es la primera entrega de una trilogía apasionante sobre una mujer excepcional y su familia. Un vívido reflejo de los acontecimientos que estremecieron el mundo durante el siglo XX.
La estación de las tormentas es la primera entrega de una saga histórica bestseller internacional que lleva más de 1.500.000 ejemplares vendidos.
La tragedia migratoria del Mediterráneo en una emotiva novela.
Un relato impactante sobre la dignidad, la valentía y el poder de la amistad.
UNA MUJER LUCHADORA Y VALEROSA
Airam siempre consigue lo que se propone. Su ambición y talento la han convertido en capitana de un gran buque de salvamento marítimo, pero su primera travesía a bordo del Clara Campoamor se ve marcada por un funesto hallazgo.
UNA TRAGEDIA EN EL MEDITERRÇNEO
Los cuerpos de cinco jóvenes africanas flotan en el agua creando una trágica composición en forma de estrella. Tras rescatar los cadáveres, la capitana no puede dejar de preguntarse por que murieron y por que las encontraron atadas las unas a las otras.
¿Que relación había entre ellas? ¿Que las empujó al mar?
UN VIAJE HACIA LA VERDAD
El fatídico rescate está a punto de desatar un tsunami en la vida de Airam. La capitana quiere averiguar que les ocurrió a esas mujeres, aunque para ello tenga que viajar hasta el corazón de Nigeria.
En una noche de agosto en Noruega, un resplandor enciende el cielo de golpe: es una enorme estrella nueva que se eleva vertiginosa, sin que nadie pueda explicarla. Magnetizados, inquietos, la observan unos personajes en medio de sus propias encrucijadas. Está Arne, profesor de literatura, que trata de lidiar con las dificultades del matrimonio con su mujer Tove, que sufre trastorno bipolar. Y está también Kathrine, pastor de la Iglesia que se sorprende cuando, al volver de un seminario, decide pasar la noche en un hotel en lugar de en su propia casa.
Madeleine tiene diecisiete años cuando conoce a Jack Astor; es hermosa, inteligente y de clase alta, pero los Astor están en una liga aparte. Jack es un héroe de guerra y un astuto hombre de negocios. A pesar de su diferencia de edad Madeleine se enamora y se convierte en el objetivo de la prensa.
En su luna de miel en Egipto, Madeleine se siente viva por primera vez y está felizmente embarazada. La pareja planea regresar a casa a bordo del Titanic cuando este choca contra un iceberg. Jack le asegura que pronto volverán a Nueva York, pero el destino tiene otros planes para ellos.
Cuatro meses después, Madeleine, convertida en viuda, da a luz y ante el desastre del naufragio y de su situación, deberá hacer frente al acoso de la prensa. Será entonces cuando deberá tomar la decisión más importante: aceptar el papel que se le asignó o labrarse su propio camino.
En La Exégesis, Dick documenta sus esfuerzos a lo largo de ocho años por comprender lo que él llamó «2-3-74», una experiencia visionaria postmoderna de todo el universo «transformado en información». Dick intenta escribir a lo largo de entradas que a veces ocupan cientos de páginas para abrirse camino hasta el núcleo de un misterio cósmico que puso a prueba sus poderes imaginativos e inventivos hasta el mismo límite, y todo eso se suma a las múltiples revisiones para descartar una teoría tras otra, a la mescolanza entre sueños y experiencias visionarias que le ocurrían mientras tanto para terminar uniéndolo todo en sus tres últimas novelas conocidas como la trilogía Sivainvi.
En este libro, Jackson y Lethem actúan como guías y llevan al lector a través de La Exégesis mientras establecen relaciones con los momentos trascendentales de la vida y de la obra de Dick.
Rodeado del bullicio de las numerosas familias que veranean en el concurrido Hotel Argentina, en Dubrovnik, Viktor Askenasi, respetado profesor del Instituto de Estudios Orientales de París, soporta a duras penas la asfixiante canícula de la costa dálmata. Cercano a la cincuentena, el profesor ha emprendido un viaje en solitario por el Mediterráneo movido por una inquietud que lo perturba desde siempre y que lo llevó, unos meses antes, a dar un vuelco radical a su vida. Pese a que ha descubierto un reducto de libertad, y está dispuesto a asumir las consecuencias de sus actos como un paso ineludible en el camino hacia la plenitud, Viktor constata que esa libertad tiene una cara imprevista que lo sume en el desconcierto.
Todo arranca de un recuerdo: una soleada mañana de mayo de 1992, en un pequeño apartamento de Berlín donde reinan los libros, las solicitudes de prestaciones sociales, las fotos en blanco y negro que empieza a hacer y un primer ordenador. Julia, universitaria, recibe una llamada de Stephan, el chico con el que sale, urgiéndola a verse. A partir de ahí, Julia viaja adelante y atrás en el tiempo, para narrar no solo su vida sino la de las generaciones que la precedieron, en particular la de las matriarcas de la familia. Como la de su madre, una actriz de carácter inestable que llevó a sus hijas (entre ellas, Julia y su hermana gemela) desde el Berlín Oriental al Occidental, primero al centro de acogida de emergencia de Marienfelde y después a Schleswig-Holstein; pero a los trece años Julia dejó la caótica granja en la que vivían y se trasladó sola a Berlín. Gracias a ayudas sociales y a las casas en las que limpia, puede ir al instituto. Entretanto, conoce a su padre e inmediatamente lo pierde; para entonces, Julia ya sabe que ha crecido en una familia extraña, y que ella misma es tan extraña como los mundos que la rodean. Entre otros, el mundo de Stephan, su gran amor. Ese Stephan que llama ahora con apremio.