El campamento de verano más hot y divertido en el que estarás jamás.
¿Se te ocurre algo peor que pasar todo el verano en un campamento? Igual con siete años la idea te emociona, pero con diecisiete ya no, y menos cuando tienes tu propio planazo.
Samanta va obligada y sin demasiadas expectativas, sin saber que ese campamento puede cambiarle la vida.
Dylan es un apasionado del surf que no duda en declararle la guerra a la chica nueva en cuanto tiene la oportunidad.
Las vidas de Gloria Felipe y de Nuria Valencia se entrelazan en torno al robo de una niña pequeña que conmociona a la capital mexicana en la década de 1940. Por medio de una narradora que (en sus propias palabras) «no canta mal las rancheras», somos testigos de la batalla de los Miranda Felipe por recuperar a la menor de sus integrantes y de la crianza angustiosa de los Fernández Valencia para salvar a su propia niña de un peligro potencial que la policía no ha podido frenar y los medios reportan con el tono de un thriller.
Atravesada por diversas imágenes de agua –en forma de lluvia, mar, brisa, estanque o charco– que reflejan el estado anímico de sus personajes, Soñar como sueñan los árboles ofrece una mirada crítica de los mandatos de la maternidad, y muestra también las posibilidades de rebeldía y autodeterminación que abrieron las mujeres del medio siglo para nosotras. El sentido del humor sagaz y punzante de Brenda Lozano hace imposible soltar el libro hasta llegar a sus últimas páginas.
¿Qué jardines felices, bien regados sus árboles, qué cálices de flores de tierno deshojarse maduran las extrañas, las exquisitas frutas del consuelo, las pródigas, halladas en el pasto de tu propia indigencia? Año tras año, te admira su sazón, la piel suave, su justa medida, que por ti ha esquivado a las aves volubles o, en el fondo, al celoso gusano. ¿Entonces es que hay árboles rondados por los ángeles, cultivo de morosos y extraños jardineros? ¿Entonces nos dan fruto y no nos pertenecen?
Se llamaba Sheindla-Sura Leibova Salomoshak-Bluwstein, aunque la historia la recuerda por su apodo: «Soñka, manos de oro». Había nacido en Varsovia en 1846, y a finales del siglo xix se convirtió en una leyenda por sus ingeniosas maneras de estafar. Ocupó las portadas de los diarios más leídos de la época: la llamaban «Diablo con falda», «La versión femenina de Robin Hood» o «La zarina del crimen». Engañaba y robaba a los hombres ricos en los hoteles de Odesa, Moscú y San Petersburgo, en las joyerías y en los trenes. La atraparon en 1888, y cumplió condena en la isla de Sajalín. Se decía que quien entraba allí jamás regresaba: así ocurriría con Soñka, que murió en prisión en 1902.
Pero antes hubo un juicio. Un juicio polémico y popularísimo en su tiempo, cuando Soñka —manos de oro— evocó la historia de su vida: una memoria bien diferente a aquella que la prensa había divulgado sobre ella.
El escritor don Guillermo Bogarín sonríe satisfecho al pensar en el selecto grupo que ha logrado reunir: ha merecido la pena el trabajo dedicado durante meses a preparar ese tour por Europa. Apenas quedan dos días para el 25 de septiembre de ese año 1893 para que esos nueve viajeros partan de la estación de Lyon en París para recorrer, durante casi dos meses, parte de la Italia recién unificada, algunos territorios de Austria-Hungría y ciertos lugares de las nuevas fronteras del Imperio alemán. Son el arquitecto Jacobo Figueroa y su amigo, el ambicioso empresario Juan Álvarez-Caballero; el intransigente pintor impresionista Ferdinand Mercier, su buena amiga Jeanne Leroy, empresaria teatral de éxito tras la muerte de su marido, a quien acompaña su sobrino, el inconstante Henri Collet; la condesa rusa Karimova; la señora Dupont, propietaria junto a su marido de una editorial de música y promotora de jóvenes talentos de este arte, y Clara Balaguer, virtuosa violinista y una de sus representadas.
Desde las más tiernas expresiones de amor a la sexualidad más descarnada, del pesimismo existencial de Teognis al vitalismo irónico de Horacio, del frescor y delicadeza de Safo a la sal bruta de Marcial… Los cien breves poemas aquí seleccionados abren un portal al rico y diverso mundo de la poesía de nuestra Antigüedad clásica. Con todas las traducciones en verso y sin anotaciones –los poemas deben explicarse a sí mismos–, Soplos de eterna juventud no ha sido concebido como una antología ni un manual escolar, sino como un viaje iniciático de descubrimiento y placer, físico e intelectual, pues eso fue la poesía de los griegos y los romanos, para los que ninguna experiencia vital era indigna de expresarse con palabras bellas.
En Sostener el cielo, Cixin Liu nos lleva a través del tiempo y del espacio. De una comunidad rural en las montañas, donde unos estudiantes tienen que recurrir a la física para prevenir una invasión alienígena, a las minas de carbón de la región septentrional de China, en las que una nueva tecnología podría llegar a salvar vidas o a desatar un incendio que arderá durante siglos. De una época muy parecida a la nuestra, en la que ordenadores de supercuerdas predicen todos nuestros movimientos, a dentro de diez mil años, cuando la humanidad al fin haya conseguido empezar de cero. Y también hasta el mismísimo final del universo.
¿Cómo alguien con tan mala suerte en sus relaciones puede ser la reencarnación de la diosa del amor, la sensualidad y la belleza?
Tras pillar a su novio poniéndole los cuernos, Paula se va de crucero con su amiga Mónica por las Islas Griegas. En el templo de Apolo en Delfos, un hippy que lleva un cuervo en el hombro, fuma mucha marihuana para dispersar las visiones y asegura ser el oráculo le revela que ella es la reencarnación de Afrodita, la diosa del amor.
En ese momento, Paula iniciará una alocada aventura en la que se cruzará con otros dioses griegos reencarnados como Ares, Hermes o Zeus, además de luchar contra los malvados Hefesto y Eris. Paula deberá encontrar la forma de ser amada genuinamente sin usar sus poderes… ¿Lo logrará?
Soy Afrodita es una novela disparatada y divertida que se sirve de la fantasía para hablar de temas reales y de actualidad: desde la falta de autoestima a la soledad, pasando por las relaciones tóxicas; todo ello aderezado con grandes dosis de salseo, tanto actual como mitológico.
¿Te atreves a descubrir a tu diosa interior?
Irene G. cierra algunas de sus heridas con este nuevo poemario, sin dejar de ser mujer rota que nada en su propia sangre templada, enfrentándose al duelo del abandono, de la pérdida, del descenso a las profundidades de la soledad, con la sed de una mujer que anhela matar el miedo, y una nueva vida hecha de pedacitos de vida. Con la experiencia de una poeta con oficio, la autora logra a través de su escritura sumergirse más y más hacia los fondos marinos, y conducir a quien lee entre las algas, dejándole la angustia propia de la falta de respiración, del silencio de las aguas. Sin embargo, deja un atisbo de luz hacia la superficie, porque la felicidad es una niña sin nombre, y la inquietud de las mariposas puede llegar a buscar refugio en las costillas de quien ha luchado con los puños y los dientes apretados. Las heridas de Irene G. escuecen por su crudeza, pero están hechas del mismo material que las de nuestras ausencias y nuestros fracasos. Por eso, nos invita a intuir el precipicio, a volar de memoria, a mirar a las flores para entender el amor y a esperar en la orilla para renacer con la siguiente ola. No habrá forma de resistirse a adentrarse en su mar.