En menos de un año y medio, las cinco hermanas Lisbon, adolescentes de entre trece y diecisiete años, se suicidaron.
Los jovencitos del barrio habían estado siempre fascinados por esas inalcanzables jóvenes en flor, atraídos por esa casa de densa feminidad enclaustrada –la madre era una católica ferviente y moralista que no dejaba que sus hijas salieran con chicos; el padre, profesor de matemáticas dócil y benévolo, aceptaba las muy estrictas normas de su mujer–, y las primeras muertes no hicieron sino ahondar el misterio y el espesor del deseo. Los Lisbon se encerraron cada vez más en sí mismos y en el interior de la casa, y los jóvenes los espiaban desde las ventanas del vecindario, trataban de comunicarse con las hermanas pidiéndoles canciones por teléfono, contribuían al intrincado tejido de rumores, a la creación de mitologías. Veinte años después, esos mismos adolescentes, ya en la frontera de la mediana edad, intentan desentrañar el enigma de aquellas lolitas muertas que siguen fascinándolos.
Tejas Verdes se llena de alegría con la boda de Ana Shirley y Gilbert Blythe. Tras la celebración, los recién casados se trasladan al puerto de Cuatro Vientos, a una casa con solera rodeada de árboles, para iniciar su nueva vida en común. Ana irá conociendo poco a poco a sus nuevos vecinos: el doctor Dave y su mujer; el capitán Jim, el viejo farero y antiguo lobo de mar; la señorita Cornelia Bryant, de la que sus convecinos dicen que es la lengua más ácida y el corazón más bueno de Cuatro Vientos, y la misteriosa Leslie Moore, con la que Ana forjará una bonita amistad. En esta quinta entrega de la saga, la protagonista experimentará las mayores alegrías y las mayores penas de su vida, de las que surgirá una Ana más madura pero tan vital como la entrañable huérfana que un día llegó para revolucionar Tejas Verdes.
Si hay una época que ha inspirado a autores occidentales de todos los tiempos, esa es la Navidad. Historias entrañables, pero también melancólicas y humorísticas, todas tienen cabida en esta antología que abarca relatos del siglo XIX y principios del siglo XX de cuentistas reconocidos, como Charles Dickens o Antón Chéjov, o aún por descubrir, como O. Henry o Nikolái Gógol. Una sublime recopilación de cuentos clásicos imprescindibles con los que emocionarse.
¡Ven a celebrar la mejor fiesta del mundo!
Mientras siguen el rastro de su padre, los siete hermanos Barbarroja han llegado a la famosísima Isla Libertad.
¿Cómo? ¿Que no conoces Isla Libertad? ¡Si es donde se celebra el Festival del Rey Pirata!
Tiene músicos en cada esquina, puestos con comidas alucinantes de los siete mares, desfiles de gigantes y cabezudos, acrobacias de fuego, duelos de esgrima, ¡e incluso búsquedas del tesoro!
Ah, ¿y sabes qué tiene también?
Una maldición.
Una maldición muy misteriosa que pondrá en problemas a nuestra familia de piratas.
El primer recuerdo de Izan es luchar por salvar su vida. Alguien lo enterró en una fosa del cementerio de Everden, alguien que le daba por muerto. Ahora, y tras perder la memoria, su única familia son la tarotista Camelia Dunkel y la joven Emma Walker, las dos personas que le ayudaron a desenterrarse. En principio, ellas no tienen nada en común, pero ambas han acabado en el cementerio guiadas por la misma pesadilla: una en la que ven la tumba de Walter Malone. Y, ahora, los tres, solo tienen una pregunta en la cabeza: ¿qué les llevó al cementerio de Everden?
Nicholas Leister ha sido creado para amargarme la vida. Alto, ojos azules, pelo negro como la noche... Suena genial ¿verdad? Pues no tanto cuando te enteras de que va a ser tu hermanastro y además representa todo de lo que has estado huyendo desde que tienes uso de razón.
Peligro fue lo primero que me vino a la cabeza cuando lo conocí y descubrí que mantiene una doble vida oculta de su padre multimillonario.