El retrato de Dorian Gray es una novela representativa de la decadencia humana, del triunfo conseguido sin importar los medios y las formas de la pasión olvidándose de los demás. Sin embargo, todos los seres humanos poseemos un alma y una conciencia. ¿Qué ocurriría si esta pudiera mostrarse por medio de una pintura o transformando la fisonomía a medida que la carcoma del mal se haga presente en el cuerpo?
Cuando se lee Alicia en el País de las Maravillas, se puede imaginar al autor caminando al lado de las niñas, las tres hermanas para las que inventó el cuento, improvisando continuamente. Como buen profesor acostumbrado a llenar pizarras de números, su relato no pierde el hilo, siempre resulta coherente, dentro de lo absurdo que está contando, y se siente animado por las miradas chispeantes de las pequeñas. Cuando se sientan para descansar, o mientras toman un refrigerio para recomponer fuerzas, prosigue el relato, que ya no se detendrá hasta llegar a su hija.