La familia Santana se acaba de mudar. La nueva casa está muy contenta. Quiere hacer todo lo posible para ayudarlos a crear un HOGAR, DULCE HOGAR. Al principio todo va genial, pero pronto las cosas empiezan a torcerse y no paran de pelear. Para mejorar el ambiente, cada uno de ellos tendrá que poner de su parte. Parece fácil, pero... ¿serán capaces?
QUERIDA FAMILIA:
el buen ambiente no aparece MÁGICAMENTE.
No se trata de ser una casa perfecta e ideal.
¡No! Eso NO sería real.
Pero SÍ que todos sus miembros, aunque estén liados, se preocupen de que los demás se sientan amados y respetados.
Y así conseguir que todos sintamos, sin DUDAR,
que esta casa, sí que sí, es un…
HOGAR, DULCE HOGAR.
De camino al trabajo, los empleados de una planta hidroeléctrica, en un profundo valle de los Pirineos, descubren el cuerpo de un caballo decapitado suspendido en la cara helada de la montaña. La investigación del macabro hallazgo se le asigna al capitán Servaz, un cuarentañero hipocondriaco siempre atento a sus instintos.
Pero ¿por qué alguien querría matar un caballo a dos mil metros de altitud? Todo indica que este es solo el principio de una larga pesadilla. Ese mismo día, una joven psiquiátra se inicia en el mundo laboral en el centro psiquiátrico de la zona. Y las dos historias tejen una atmósfera opresiva, con suspense desde la primera página, así como un viaje a los miedos más atroces del ser humano.
Un vecino llama a la policía para advertir de que hay un joven sentado junto a la piscina de la víctima, que está llena de muñecas flotantes. El joven, Hugo, drogadicto, resulta ser el único hijo de Marianne, el gran amor de Servaz y a la que este no ve desde hace más de veinte años. Hugo parece el único sospechoso del terrible crimen pero una vez que Servaz se pone a investigar, descubre algo mucho peor: Julian Hirtmann, el perverso asesino en serie de Bajo el hielo, podría estar detrás del crimen.
En su despacho, el comisario Maigret recibe una llamada de un hombre que dice estar siendo acechado por individuos que quieren matarlo. De bistró en bistró, el hombre lo llamará varias veces pidiendo protección mientras intenta despistar a sus perseguidores. Con todo, acabará muerto en la Place de la Concorde.
Maigret deberá empezar por preguntarse por qué fue a ese sitio desierto en plena noche, cuando le convenía perderse entre la multitud. ¿O acaso alguien ha movido el cadáver?
Ya jubilado de la policía judicial, Maigret acepta el encargo que le hace una anciana adinerada de investigar a título privado el sospechoso ahogamiento de su nieta, una gran nadadora con pocas posibilidades de tener un accidente.
El excomisario se desplazará a la localidad rural de Orsenne, donde vive la familia extendida de la muchacha, y reencontrará entre sus miembros a un antiguo compañero de instituto, un hombre ambicioso que oculta oscuros secretos tras su modélica vida burguesa.
¿Qué nos une con el pasado de nuestra familia?
Según Amy Kurzweil, conocer a alguien es como conocer un lenguaje. A través de un elaborado proceso de escritura que fluctúa entre el presente y el pasado, en este visionario cómic Kurzweil recoge la historia de tres generaciones de su familia, unidas por el amor, el arte y la inteligencia artificial en una búsqueda que quiere trascender los límites de la vida y desafiar los límites del tiempo.
Regentada por el antiguo detective Nagare Kamogawa y su hija Koishi, y disimulada entre las populosas calles de Kioto, se halla la taberna Kamogawa, un pequeño local donde se puede comer maravillosamente bien... y reencontrar el plato que ha marcado nuestras vidas. Porque, gracias a los recuerdos a menudo borrosos de los clientes, padre e hija, investigadores gastronómicos, recomponen cada receta perdida con insólita eficacia: los ingredientes y su origen, los tiempos y maneras de preparación e incluso los personalísimos secretos culinarios de los cocineros originales. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de recrear sabores únicos salpicados de nostalgia. En esta ocasión, por las mesas de la taberna Kamogawa veremos desfilar, entre otros, a Sakyo Kataoka, un joven bailarín que busca la receta de un kake-soba de fideos y caldo aparentemente comunes que compartió tres años atrás con su padre en un restaurante elegante de Tokio; a Nobuo Matsubayashi, un reputado fabricante de vajillas que desea comer de nuevo, ahora en compañía de su nieto, el arroz con curry que le preparó una vez su hija; y a Yumiko Maezaki, una afamada profesora de piano que lo daría todo por volver a probar un yakisoba como el que tomó con el hombre que amaba hace quince años en Osaka.
Oculto entre la espesa bruma de la madrugada, un peligroso criminal siembra el terror en Galicia. Tres jóvenes han sido secuestradas y asesinadas en pocas semanas: mujeres de clase trabajadora, olvidadas por su entorno e invisibles para la sociedad. Pero no para la teniente Lucía Guerrero, de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil y encargada de la investigación, que empatiza con las víctimas. Mientras el cerco se estrecha y la tenaz agente está a punto de dar caza al presunto culpable, sus superiores la obligan a regresar de forma abrupta a Madrid. Ahora la máxima prioridad es el asesinato de la empresaria y coleccionista de arte Marta Millán, una de las grandes fortunas de España y amiga de la familia real y toda la clase política, cuyo cuerpo ha aparecido brutalmente mutilado en dos con la inquietante pintada «Muerte a los ricos» en el cabecero de su cama. Entre la persecución a distancia del asesino en serie gallego y la del retorcido psicópata de Marta Millán, que anuncia sus actos homicidas en la red oscura de internet y está causando un enorme revuelo entre la opinión pública y las autoridades, Lucía Guerrero intentará recomponer este doble rompecabezas macabro poniendo en riesgo su propia vida.
Lo cierto es que nunca he podido narrar –ni opinar– desde un lugar discreto, nunca he podido hacerme invisible, y para ser sincera tampoco lo he intentado. Amo la realidad que desenmascaramos en cada uno de nuestros actos. Amo la voluntad de asombro.
Creo que lo más honesto que puedo hacer literariamente es contar las cosas como las veo, sin artificios, sin disfraces, sin filtros, sin mentiras, con mis prejuicios, obsesiones y complejos, con las verdades en minúscula y por lo general sospechosas. Hacerlo de otra manera seria presuntuoso por mi parte. Estaría engañándome y engañándolos».