El duelo es un territorio oscuro, misterioso, casi inaccesible. Una conmoción que nos sorprende, nos toma desprevenidos y cambia nuestro mundo en un instante. No importa lo preparados que creamos estar para enfrentar una pérdida, esa preparación jamás será suficiente. Cuando eso ocurre, todo se desmorona y por un tiempo nada tiene sentido. algo se quiebra en nosotros, el mundo se derrumba y nos muestra su aspecto más cruel».
Con estas palabras describe Gabriel Rolón cuál será el camino que va a transitar en su nuevo ensayo: la pérdida. Sí, la muerte, sin rodeos (la propia y la de los que amamos), pero también la falta imprevista (o no tanto) de todo aquello que nos sostiene anclados a la vida.
En Un duelo interminable, José Enrique Ruiz-Domènec describe con magistral precisión y exhaustividad el combate de ideas y la pugna entre corrientes historiográficas que viene produciéndose durante el último siglo y medio, y lo hace respondiendo a la obligación moral e intelectual de rasgar el velo tras el que persisten algunas de las lacras más dañinas de nuestro mundo: la injusticia social, el colonialismo, el antisemitismo y la visión sesgada de la realidad. ¿Qué separa al espíritu crítico de la mentira? El primero es una necesidad social de entender el curso de los acontecimientos. La segunda, un síntoma de la flaqueza humana ante las muecas del poder. La batalla cultural surgida entre ambos es inseparable de una penetrante atención a las peculiaridades de la sociedad de nuestro tiempo, así como de una elección de las maneras de hacer historia en medio de la discordia creada entre el capitalismo y el socialismo.
El reto consiste en evitar los errores cometidos en el pasado. Tras analizar en su contexto intelectual, social y económico las propuestas más relevantes de las escuelas de historia, el prestigioso historiador granadino ha comprendido que las maneras que adoptan sus distinguidos miembros responden fundamentalmente a la precisión y elegancia del estilo, tanto en el fondo como en la forma. El arte de exponer la complejidad de un suceso o de una época supone, en efecto, un fino discernimiento de las diferencias que separan puntos de vista enfrentados. Conviene conocerlo y respetarlo para no caer en el dogmatismo de quien se cree dueño de una verdad inamovible.
Tras regresar a su ciudad natal, un Madrid desdibujado y sórdido, el protagonista de El dueño del secreto se ve implicado por una serie de casualidades en una supuesta conspiración contra el dictador, atrapado por la maquinaria de una conjura para cambiar el destino de España. Los recuerdos de su juventud se mezclan con la realidad de unos años turbulentos, en los que toda una generación se movía en un entorno de incertidumbre política y esperanza renovada.
El dueño del secreto es una novela fascinante que refleja las tensiones y cambios sociales que siguieron a la muerte Franco en 1975 y es también una acertada reflexión sobre la memoria, tanto individual como colectiva, y sobre cómo los eventos históricos moldean la vida de las personas.
¿Podrá España salir del laberinto en el que está atrapada por la ambición de poder de Pedro Sánchez y la deslealtad del nacionalismo catalán?
Dos derivas populistas preocupan a Cebrián en los últimos años: por un lado, la de Pedro Sánchez, dispuesto a todo para permanecer en el poder; por otro, la del nacionalismo catalán, que terminó en un golpe de Estado fallido. Los dos problemas han acabado fatalmente por converger en esta legislatura. De ahí que el «efecto Sánchez» no sólo perjudique a su partido, sino al país en su conjunto.
Ante estos retos, y otros que también revisa este volumen, como la fragilidad democrática de América Latina, la perversión del lenguaje, la gestión de la pandemia como ejemplo del desgobierno y la de la guerra de Ucrania como muestra de la ausencia de criterio en la política exterior, la presión a los medios desde el poder, el ascenso del populismo y la creciente polarización, Cebrián propone un regreso a la era de la razón, del pacto de Estado y de las reformas consensuadas. En tono moderado y con una visión profunda, radiografía los males de España y del mundo. Los artículos aquí reunidos, publicados en el diario El País entre 2018 y 2024, se enriquecen mutuamente, de tal modo que el libro se convierte no sólo en el valiente testimonio de un análisis de nuestra actualidad, sino también en una amplia reflexión necesaria para ayudar a construir «un país mejor».
En todo cuanto tiene que ver con "El Egoísta" perderíamos el hilo de la narración si no recordáramos que se trata de una comedia, no de una tragedia, y que es precisamente el espíritu cómico lo que permite a George Meredith reproducir, sin el riesgo inherente a una exposición histórica que pretende ser fiel a los hechos, «las estructuras elementales del parentesco» de las que depende toda la trama de la novela. Que el espíritu cómico, sin embargo, representara solo a medias las intenciones del autor, como Meredith le había confesado a Stevenson al terminar de escribir la novela, sugiere que la otra mitad suponía, al menos, una amenaza latente en la narración.
No pocas veces los filósofos y los poetas se embarcan en las mismas aventuras del pensamiento y de la intuición. Así, mientras en la dimensión de Homero y de la Ilíada, la flecha de Paris lanzada desde las murallas de Troya recorre una línea de palabras y llega siempre a la pierna de Aquiles, la flecha de Zenón, lanzada en Elea hace 2600 años, atraviesa una línea numérica eternamente divisible por dos y todavía hoy no logra llegar a su imposible destino.