«Escribo estrictamente para averiguar qué estoy pensando, qué estoy mirando, qué veo y qué significa».
En noviembre de 1999, Joan Didion empezó a visitar a un psiquiatra porque, como escribió a un amigo, su familia había estado pasando «unos años difíciles». Durante meses, registró sus encuentros con meticuloso detalle en un diario destinado a su marido, John Gregory Dunne.
Las sesiones iniciales se centraron en el alcoholismo, la adopción, la depresión, la ansiedad, la culpa y las desgarradoras complejidades de la relación con su hija Quintana. Estos asuntos mutaron hasta abarcar su trabajo, que le resultaba difícil mantener durante períodos prolongados. Hubo discusiones sobre su propia infancia —malentendidos y falta de comunicación con su madre y su padre, así como la temprana tendencia de la joven Joan a anticipar catástrofes— y la cuestión del legado, o, como ella lo expresaba, «lo que ha valido».
El diario de Didion fue elaborado con la precisión, la lucidez y la elegancia que caracterizan a la autora. Sin embargo, aquí aparece también una Joan Didion que nunca habíamos visto: Apuntes para John es el registro extraordinariamente íntimo de un viaje doloroso y valiente en la vida de una de las más grandes escritoras de nuestro tiempo.
Tras el éxito de Mujercitas, Louisa May Alcott escribió la continuación, en la que las cuatro hermanas March toman algunas de las decisiones más importantes de sus vidas. El libro arranca con la boda de Meg, que deberá adaptarse a su nueva vida de ama de casa con escasos medios. Beth se ha quedado muy débil después de su enfermedad, pero nunca se queja. Jo sigue persiguiendo su sueño de ser escritora y empieza a vender relatos, pero aún no ha satisfecho sus inquietudes. Amy toma el relevo de Jo como dama de compañía de la tía March y, sin duda, encaja más en las expectativas de la anciana. Y Laurie... cree que está enamorado de una de las hermanas March. En este segundo volumen las veremos enamorarse, perseguir sus sueños, abrirse camino profesionalmente, sufrir por la enfermedad de una de las personas que más quieren... Sea como fuere, en este proceso de convertirse en mujeres el amor estará mucho más presente. Desde hace ya más de 150 años, Mujercitas es, sin duda, uno de los clásicos de literatura juvenil más querido por lectores de todas las edades; por eso ha conformado el imaginario de muchas generaciones y ha creado muchos amantes de la literatura.
William Wooler es, a primera vista, un padre y marido entregado. Pero ha estado teniendo una aventura que esa misma tarde ha tenido un horrible final en un motel de las afueras. Cuando regresa a casa, destrozado y enfadado, se sorprende al ver que Avery, su hija de nueve años, ha salido antes de la escuela y pierde los estribos.
Horas más tarde, la familia de Avery comunica su desaparición.
De repente, Stanhope ya no parece un barrio tan apacible. Y William no es el único que esconde una mentira. A medida que los testigos aportan información, que puede o no ser cierta, sobre la desaparición, los vecinos de Avery se muestran cada vez más desquiciados.
¿Quién se ha llevado a Avery Wooler?
¡Hola, chicos! ESTO ES MUY FUERTE: me acaban de invitar a una fiesta secreta… ¡en la mansión más TOP de la ciudad!
Aunque parece que esto no va de bailar, cantar y pasarlo bien…, porque tenemos una MISIÓN: ¡encontrar el tesoro que hay escondido aquí dentro!
Acompaña a Ariancita en esta aventura INTERACTIVA y decide cómo avanza la historia.
¿Conseguirán Ari y sus amigos superar todos los RETOS de la mansión?
Del alerce, «árbol cósmico por el cual descienden el sol y la luna», al roble con su fuerza heráldica; del haya, «árbol feliz de los dioses», al tejo, símbolo de la muerte y la eternidad: Rigoni Stern escoge veinte árboles muy queridos para contarlos, repasando sus características botánicas y ambientales, ilustrando su historia y riqueza, explicando el influjo que han ejercido en la cultura popular y la literatura, y animando su arboretum con las experiencias propias del hombre de montaña, con los recuerdos y la nostalgia de «cuando los hombres vivían con la naturaleza». Las descripciones se entretejen con las reflexiones personales del escritor, que percibe una consonancia de vivencias y destinos entre las personas y los árboles, contenidos en la parábola eterna de nacimiento y muerte, alegría y sufrimiento; destinados tal vez a vivir mucho tiempo pero condenados, en cualquier caso, a desaparecer y ser remplazados.