Se dice a menudo que las lenguas están para entenderse, al igual que se ha vuelto un cliché afirmar que la diversidad lingüística es un bien que nos enriquece a todos. Sin embargo, las lenguas suscitan enconadas querellas y son fuente de enfrentamientos políticos cuando se convierten en potentes marcadores identitarios, como vemos en el caso de los movimientos nacionalistas. Existe además una preocupación creciente por su desaparición en todo el mundo, lo que se denomina «la muerte de las lenguas», sobre la que vienen alertando activistas y expertos y de la que se hacen eco instituciones internacionales como la Unesco o el Consejo de Europa. Hay, en definitiva, demasiadas cosas que se dan por supuestas en las discusiones sobre las lenguas y la diversidad lingüística que están plagadas de metáforas, falacias, clichés y excesos retóricos. En este lúcido ensayo, Manuel Toscano plantea la necesidad de desbrozar el terreno para una reflexión ecuánime sobre el uso de los idiomas como medio de comunicación, patrimonio cultural y seña de identidad. Con datos y argumentos contrastados, repasa la situación a escala global, expone en qué consiste el valor comunicativo de una lengua y los mecanismos que operan en el surgimiento de una lengua franca, sopesa el papel de la lealtad de los hablantes así como las tesis del nacionalismo lingüístico o la noción de lengua propia, y analiza, por último, el complicado asunto de los derechos lingüísticos.
Para Weil, la colonización es un crimen que destruye formas de vida y modos de pensar, que priva a los pueblos de su pasado, reduciéndolos al estado de materia humana, y que ejerce su efecto también sobre las naciones colonizadoras y sus ciudadanos, quienes se ven amenazados por el mismo daño que han causado: el desarraigo. La autora denuncia además las contradicciones a este respecto de la Francia heredera de la Revolución y de la izquierda francesa: «Me avergüenzan aquellos a los que siempre me he sentido más cercana. Me avergüenzan los demócratas franceses, los socialistas franceses, la clase obrera francesa». Según Weil:
«La cuestión, siempre, allí donde hay opresión, es saber quién hace que el corazón de los oprimidos se llene de amargura, de resentimiento, de rebeldía, de desesperación […] ¿Existe en alguna parte una raza de hombres tan naturalmente servil que pueda ser tratada con desprecio sin despertar en ella al menos una protesta muda, un resentimiento impotente? […] Todos los hombres, sean cuales fueren su origen, su medio social, su raza, el color de su piel, son seres orgullosos por naturaleza. Dondequiera que se oprime a los hombres se suscita inevitablemente la rebelión, tal como la compresión de un muelle desencadena la liberación de su fuerza.»
Definir el «progreso» es reivindicar el futuro.
Slavoj Žižek, uno de los pensadores más influyentes y controvertidos de la contemporaneidad, nos presenta una serie de reflexiones en las que interroga las visiones antagónicas que conforman los horizontes de la posibilidad humana para que nos planteemos cuestiones como ¿puede mejorar la situación actual, aunque nunca haya estado peor?, ¿cómo sería un mundo mejor? o ¿cómo podemos avanzar en medio de una crisis ecológica, social y política sin precedentes cuando, además, nos asedian constantemente los catastrofistas, los decrecentistas y los relativismos desorientadores?
Contra la religión es una crítica mordaz y divertida a la religión y sus prácticas. El autor cuestiona las creencias religiosas, la enseñanza de la Biblia y el concepto moderno de Dios. Twain presenta una visión alternativa sobre estos temas y pone en tela de juicio las creencias religiosas desde un punto de vista humorístico e irónico.
¿Cuántas Españas hay? ¿Cuántas debería haber? ¿Una, dos, tres? ¿Ninguna?
Esta cuestión lleva ocupando a los pensadores patrios más de cien años. En los últimos tiempos, junto con la clásica idea de las dos Españas cainitas, ha vuelto a cobrar fuerza una tercera que se situaría por encima del marco. Pero ¿es la solución al problema colocarse «angelicalmente» al margen?
Para Armando Zerolo no hay dos ni tres Españas, solo hay «una que discute, como hay amigos que se pelean, matrimonios que no se entienden en todo, y equipos de fútbol rivales». Negar esa tensión es lo realmente peligroso porque, opina, el problema en una sociedad abierta nunca será la polaridad, que no es lo mismo que la polarización.
En este libro, Zerolo, profesor de Filosofía Política y del Derecho, repasa nuestra historia reciente para revalorizar el conflicto y defender el disenso como material de construcción política frente a «categorías dogmáticas de pureza y neutralidad». Para eso hay que rechazar tanto el «cuento» pernicioso de las dos Españas como «ese intento bienintencionado que hoy se llama tercera España».
Contra la tercera España es un ensayo desprejuiciado que adopta una perspectiva novedosa. Con elegancia y mesura, sin caer en la complacencia, el autor plantea de manera cercana el famoso «problema de España» adaptado a los tiempos que corren, cada vez más hostiles para la democracia liberal.
En Contraeconomía, Samuel Edward Konkin III, el creador, principal activista y teórico del agorismo, presenta los medios más poderosos para que te liberes, te protejas e incrementes tu riqueza y, en el proceso, liberes al resto de la sociedad. Contraeconomía pretendía ser su obra maestra, la destilación de todo su trabajo e investigación a lo largo de 15 años de activismo en el movimiento. Lamentablemente, de los 18 capítulos esbozados, sólo se escribieron diez. De ellos, sólo seis habían sido encontrados al momento de esta publicación. En el volumen presente, se reconstruye el contenido del libro que hubiera podido ser y no fue, añadiendo, además, como apéndice, un breve pero estimulante ensayo titulado “Desde los callejones hasta las estrellas”.