Una pieza de arte de Tomás Hijo.
Una obsesión se ha apoderado del alma de Robert Blake. Cada día observa, desde la ventana de su estudio, la silueta de la iglesia abandonada que se alza sobre Federal Hill. Cuando finalmente decide atravesar los decadentes barrios que rodean el templo, Blake accederá a un escenario acorde con sus gustos por lo oculto: extraños manuscritos, ídolos inquietantes, símbolos blasfemos, un cadáver olvidado…
Todos ellos vestigios de un viejo culto dedicado a obscenas deidades cósmicas. En el centro mismo de ese enclave de pesadilla, Blake se encontrará con un artefacto ancestral vinculado a terrores inimaginables que amenazarán con desgarrar su mente y el tejido mismo de la realidad
Una mujer vive en la ladera de la montaña, entre la neblina que baja y el follaje feraz. Su misión es cuidar los linderos, avisar al celador de cualquier anomalía. En sus cuadernos escribe sobre su rutina parsimoniosa y los recuerdos de una infancia marcada por una madre brutal y por el deseo insatisfecho de aprender. Al fondo, se escucha la cantera y el ruido de las camionetas blindadas sobre la destapada. Un día aparece en su jardín un cuerpo, y turbados y cuidadosos de no llamar la atención, con el celador deciden enterrarlo. Pero aparece otro. Y otro y otro y otro…
La escritura prodigiosa, característica de Trías, reluce en esta novela inquietante y atmosférica, en la que los tópicos de la madre, la violencia y la relación con la naturaleza reaparecen, y con cuánta fuerza estremecen al lector.
Gustavo Adolfo Bécquer, hijo de un pintor sevillano de origen flamenco, nació en Sevilla en 1836. Huérfano desde niño, estudió pintura hasta que se trasladó a Madrid a los dieciocho años. Periodista, escritor de relatos y sobre todo poeta romántico, publicó gran parte de su obra en el diario El Contemporáneo. En 1858 conoce a Julia Espín, su gran amor no correspondido, y comienza a publicar «Leyendas», una serie de narraciones de inspiración popular, que le depararían fama universal. La vida de Bécquer se vio acosada siempre por penurias económicas hasta que obtuvo un empleo público como censor de novelas. Enfermo de tuberculosis, murió en Madrid a los treinta y cuatro años. Aunque muchos estudiosos niegan la existencia del género gótico en nuestro país, eclipsado por una omnipresente corriente principal más apegada al realismo y el costumbrismo, otros críticos reivindican una ficción gótica «a la española» que habría influido en autores como Espronceda o Bécquer.
A través de sus páginas, conocemos la extraordinaria historia de Julian Mantle, un abogado de éxito que, tras sufrir un ataque al corazón, debe afrontar el gran vacío de su existencia. Inmerso en esta crisis existencial, Julian toma la radical decisión de vender todas sus pertenencias y viajar a la India. Es en un monasterio del Himalaya donde aprende las sabias y profundas lecciones de los monjes sobre la felicidad, el coraje, el equilibrio y la paz interior.
En abril de 1912, la adinerada viuda de Peñasco tuvo un mal presentimiento mientras almorzaba en su palacete de Madrid. Algo les había pasado a su único hijo y su nuera, a quienes en ese momento creía en París, disfrutando de su luna de miel. La dama no se equivocaba: a pesar de las advertencias que les había hecho, los recién casados se habían embarcado en el que se creía el barco más seguro del mundo y sin duda era el más lujoso: El Titanic. Pocos días después las funestas nuevas llegaron a la mansión de la viuda: su hijo había perecido y su nuera estaba sana y salva, pero rota de dolor en Nueva York.
El Ministerio del Futuro es una obra maestra de la imaginación. Narra a través de testimonios ficticios cómo nos afectará a todos el cambio climático. Su visión no es la de un mundo desolado y apocalíptico, sino la de un futuro que ya se nos echa encima… y cuyos desafíos tal vez consigamos superar por los pelos.
Es una novela actual e impactante, descorazonadora y esperanzadora a partes iguales, y es uno de los libros más poderosos y originales que jamás se hayan escrito sobre el cambio climático.
Creado en el año 2025, el objetivo del nuevo organismo era sencillo: Defender a las futuras generaciones de la humanidad y proteger a todos los seres vivos, del presente y del futuro. Enseguida empezó a ser conocido como el Ministerio del Futuro, y esta es su historia.