Se propugna por un modelo de elecciones unfiicadas en un mismo día, por razones políticas, electorales, de racionalidad del gasto público y de urgencia de que las entidades político-partidarias rescaten la formación política y educación integral; así como en la organización de agendas programáticas de sus militantes; recurran a la realización de debates, reflexiones y reformas con el tiempo y la meditación necesarios que de algún modo se ven obstaculizados por procesos constantes de selección de candidaturas y jornadas electorales frecuentes y prolongadas. Además, porque el cortoplacismo que imponen los intereses partidarios en un ambiente de elecciones constantes dificulta las posibilidades de diálogos interpartidarios que viabilicen el impuso de las reformas que podría necesitar el país.
"El zoo de cristal" es una declaración de intenciones. El teatro no puede ni debe ser una sucesión de diálogos y acotaciones. Una pieza dramática es la obra de arte más completa, pues en ella intervienen los más variados lenguajes. La pieza, más allá de valoraciones caducas, es un prodigio de teatro plástico. Por su parte, "Un tranvía llamado Deseo" es un clásico de la dramaturgia occidental. Como todo clásico, nunca ha tenido más vigencia que en estos momentos. Cuando Blanche le pide a su hermana Stella que no se quede atrás con las bestias y afirma que Stanley no puede ser la "solución", habla en nombre de una humanidad asediada por la brutalidad, la intolerancia, los atavismos y la mediocridad más ramplona; es decir, habla en nombre de todos nosotros.
El joven filólogo Diego Marín viaja a Valparaíso para resolver su incierto porvenir académico cuando un encuentro fortuito le proporciona inspiración para escribir su primera novela. El éxito inesperado de su publicación le permite instalarse en Nueva York, donde la vida y el amor se interponen en la escritura de su segundo libro, y su nombre acaba cayendo en el olvido.
Cuando una llamada de su antiguo editor le pone sobre la pista de un accidente extraordinario que reproduce fielmente el final de su famosa novela, Marín viaja sin dudarlo a la selva de Colombia. Pero el destino se cruza de nuevo en su camino y mientras investiga comprenderá que algunas historias merecen ser contadas a cualquier precio, mientras que otras imponen su silencio para salvar una vida.
Benjamín G. Rosado debuta como un escritor valiente con una voz torrencial que se mueve entre la picaresca y la erudición. El vuelo del hombre ha obtenido el respaldo unánime del jurado del Premio Biblioteca Breve, que reconoce el talento de «un gran fabulador en la mejor tradición de narradores como Auster o Bolaño».
Para los nobles de Pern, Lessa no es más que una sirvienta andrajosa. Ignoran que es la única superviviente de la familia que gobernaba el fuerte de Ruatha, oculta a la espera de poder vengar a sus familiares asesinados. Y por fin se acerca ese día...
Todo cambia cuando hasta Ruatha llegan los jinetes de dragones, y una antigua amenaza reaparece. Porque entonces dos caminos se abren ante Lessa: continuar como siempre o irse con ellos e introducirse en un nuevo y apasionante mundo.
Tara Selter, la librera anticuaria atrapada en el bucle temporal de un dieciocho de noviembre del que no encuentra modo de escapar, continua en este segundo volumen anotando sus reflexiones sobre la insólita situación que está viviendo. Regresa a la habitación de hotel en la que todo comenzó, hace una peculiar visita a su familia, emprende un viaje por todas las latitudes de Europa en un intento de recrear el paso de las estaciones y sigue haciendose preguntas sobre quien es, quienes somos, cuál es nuestra relación con el tiempo
Tara Selter y su marido Thomas viven en Clairon-sous-Bois y son libreros anticuarios especializados en libros ilustrados del siglo XVIII. El 17 de noviembre Tara se despide de su esposo y viaja a Burdeos para asistir a una subasta. A última hora de la tarde toma un tren de Burdeos a París y se aloja en el hotel de siempre, situado en la rue Almageste, donde hay muchas librerías anticuarias. Su plan es dedicar los dos días siguientes a visitar a colegas y realizar más compras para su negocio. El 18 de noviembre va a una de esas librerías y se quema la mano con una estufa de gas. De vuelta en el hotel se lo cuenta a Thomas por teléfono y se acuesta.
Y entonces sucede algo inaudito: al despertarse por la mañana en el hotel, no tarda en descubrir que continúa en el 18 de noviembre. Su marido no es consciente de ese bucle temporal y es inútil intentar explicárselo. Solo ella parece percatarse de que están atrapados en un día que se repite hasta el infinito. Y solo ella parece sometida al paso del tiempo: su quemadura sana, lo cual quiere decir que −a diferencia de los demás− ella sí envejece. Y Tara, que es la angustiada narradora de su propia historia, se va quedando cada vez más aislada en un tiempo sin tiempo…