Galicia, 1941. La miseria y el hambre son lo único que Sara conoce en el pequeño pueblo de Santa Comba donde vive con su madre. Sin embargo, todo cambia cuando abren la mina de volframio. Muchos recurren al valioso "oro negro" para salir de la pobreza de la posguerra y una cierta prosperidad parece instalarse en la zona. Es allí, en la mina de Varilongo, donde Sara conoce a Hannes, un ingeniero alemán que dará un vuelco a su vida. No solo deberán ocultar su romance al principio, sino que los secretos marcarán toda su historia de amor, una historia que pronto se verá amenazada por una trama de conspiraciones e intrigas de la mano de un régimen que no perdona la traición.
Tras la muerte de sus padres, fallecidos en un trágico incendio, Richard Elauved tiene que mudarse a la remota localidad de Ballantyne, donde vivirá con sus tíos. Allí se convierte en seguida en uno de los marginados oficiales del instituto, algo que se acentúa cuando un compañero de clase llamado Tom desaparece en extrañas circunstancias: todos culparán al nuevo alumno, tan raro, retraído, irritable y taciturno.
Sin embargo, Richard vio con sus propios ojos lo que le pasó realmente a Tom, una escena verdaderamente espeluznante ocurrida en una cabina de teléfono cercana al bosque. Pero ni la policía ni nadie creen su versión... salvo Karen, otra estudiante arrinconada que lo empuja a llegar hasta el fondo de la cuestión.
Las pistas lo conducirán hasta una antigua casa señorial, ahora abandonada. Ante ella, muerto de miedo, rodeado de insectos, Richard descubrirá que lo observa, desde una ventana del cuarto piso, un hombre de rostro inexpresivo. Después, empezará a oír voces.
Cuando el guarnicionero Thierry Hermès instaló su taller en París, por las calles de esta ciudad circulaban unos ochenta mil caballos, y los jinetes más distinguidos encargaban sus sillas de montar a este artesano. Sin embargo, tras la Primera Guerra Mundial, los caballos se vieron sustituidos de forma progresiva por automóviles, y al nieto del fundador, Émile, no le quedó más remedio que reinventarse.
Empezaría por hacer maletas, a las que añadiría un artilugio revolucionario: el cierre de cremallera. Luego llegarían los bolsos de mano, en bandolera o con correas, cabás, alforja o pochette, el mítico «carré» y tantos artículos, siempre con el afán de innovar, de cuidar la fabricación artesanal, y de no hacer nunca demasiado ruido. Estuvo a punto de irse a pique, pero hoy Hermès sigue siendo regentada por la misma familia y es la única gran empresa del lujo que ha logrado mantener su preciada independencia.
En 1956, tras dejar atrás su terrible experiencia en el gulag, Alexandr Solzhenitsyn deseaba perderse en un apacible rincón de la URSS, y se ofreció en las oficinas de empleo como profesor de matemáticas. Mientras buscaba alojamiento en el pueblo al que lo destinaron, vio la isba de Matriona, una anciana viuda que vivía con un gato paticojo y una cabra por toda compañía, y decidió quedarse. En los fríos meses en que se hospedó en su casa, Solzhenitsyn comprendió que Matriona, generosa pero despreciada, «era precisamente el justo sin el cual, como en el dicho, no se tendrá en pie la aldea»: su vida inspiró La casa de Matriona. Otro es el protagonista de Incidente en la estación de Kochetovka, el teniente Zotov, asistente del comandante militar de una estación de tren durante la segunda guerra mundial. Lejos de su mujer, y lamentando que no le hayan destinado al frente, Zotov dirige el tránsito de convoyes y soldados con firmeza, eficacia y ecuanimidad; pero cierto día se presenta en su oficina un hombre afable, en una circunstancia desconcertante, que pondrá a prueba sus creencias.
Tras una muerte que podría calificarse de libresca, atropellada mientras hojeaba un volumen de Emily Dickinson, una profesora de la Universidad de Cambridge es la destinataria póstuma de un ejemplar de La línea de sombra, de Joseph Conrad. El insólito libro está cubierto de cemento y va a parar a las manos del compañero argentino de departamento que ha asumido las clases de la desdichada Bluma Lennon. Intrigado por el extraño paquete, que proviene de Uruguay, el narrador inicia una pesquisa que lo llevará de vuelta a su continente para ir descubriendo poco a poco qué relaciones azarosas unen la muerte de su colega, el ejemplar encementado y la estela de un misterioso coleccionista de libros consumido por su pasión.
Recuperamos esta nouvelle letraherida y encantadora –publicada por primera vez, con inmenso éxito, hace más de veinte años y traducida desde entonces a más de veinte lenguas– que atrapará a toda alma bibliófila que se precie.
Tôru Sakanishi es un arquitecto recién graduado que se acaba de incorporar a Murai, un prestigioso pero pequeño estudio de arquitectura fundado por Shunsuke Murai, discípulo de Frank Lloyd Wright. Sakanishi se siente profundamente cautivado por la sensibilidad artística y el cuidado que el estudio Murai demuestra en cada uno de sus proyectos. Cuando el caluroso verano llega a Tokio, el estudio se traslada a la casa de verano que Murai tiene en un pequeño pueblo situado en las faldas del monte Asama. Allí, el pequeño equipo de arquitectos, incluidas las dos mujeres por las que Sakanishi se siente torpemente atraído, trabajará en el concurso para el proyecto de la nueva Biblioteca Nacional de Literatura Contemporánea en Tokio.
Ganadora del prestigioso premio Yomiuri y de gran éxito en su país, La casa de verano es una novela originalísima que explora como pocas el fascinante mundo de la arquitectura y el Japón contemporáneo con su oscilación constante entre modernidad y tradición.