Recomiendo leer con atención el prólogo de Ednodio Quintero sobre la vida y obra de Tanizaki, y sobre sus contrapuestas etapas de seguidor de las modas occidentales y después fiel continuador de las tradiciones japonesas.» Joaquín Arnáiz, La Razón «Lean con golosa avidez Los dos novicios, Los pies de Fumiko y Nostalgia de mi madre. Tres variantes –de siete– para celebrar sin mesura la poética narrativa de Junichiro Tanizaki, tan vital como bella, elíptica y sugerente.» Robert Saladrigas, «Cultura|s», La Vanguardia La refinada sensualidad, la subversiva idea del deseo, la sutil concepción de la belleza y el permanente contraste entre tradición y modernidad se condensan de forma proverbial en esta selección de siete relatos, elegidos entre una vasta producción y ordenados cronológicamente. En ellos, el lector percibirá la evolución de la narrativa breve de Tanizaki, desde su fascinación inicial por Occidente hasta la exaltación de los valores de la tradición japonesa.
Fue en un apartamento lúgubre de Vanves, durante su exilio francés, donde Tsvietáie-va escribió el presente texto, que relata el encuentro de la pequeña Marina con el dia-blo en la habitación de su hermana, don¬ de se refugiaba para leer libros prohibidos. Con una prosa burlona, ora exaltada, ora gélida, pero siempre hechizante, la poeta relata el despertar de su fascinación por las palabras, encarnadas en la figura del dia-blo, que su implacable mirada transforma en una criatura tan temible como seduc-tora. Una extraordinaria evocación lírica de la infancia y de la gestación de un genio literario irrepetible.
Noches blancas es una de las primeras novelas de Dostoyevski y sin duda una de las más emotivas. Es la expresión más descarnada de la bondad humana, la historia de un hombre sin nombre capaz de todo para que su amada alcance la felicidad. Estamos ante un Dostoyevski que se sabe llamado a escribir, un joven soñador a la búsqueda de la felicidad en la tierra. Y este espíritu lo traslada al narrador protagonista de Noches blancas, un joven de veintiséis años que lleva una vida solitaria en San Petersburgo, ciudad por la que cada día hace largos paseos. Hasta que, en uno de ellos, él, que nunca ha conocido a una mujer, ve a una joven que llora apoyada en la barandilla de un puente que atraviesa el río Neva. Quiere acercarse a ella, preguntarle qué ocurre, no se atreve, pero en cambio ahuyenta a un borracho que ha venido a importunarla. Los dos jóvenes se verán tres noches más y una mañana en los muelles junto al río, en la ciudad desierta a causa de las vacaciones estivales. Se contarán sus historias, entre ellos nacerá un amor fulgurante, pero aparece entonces la sombra de un tercero.
En 1996, Allen Ginsberg tenía setenta años, se encontraba muy delicado de salud y le quedaba apenas un año de vida. Impulsado quizá por la urgencia de cantar unas últimas verdades, y a pesar de sus escasas apariciones públicas durante aquel período, el poeta beat se lanzó a un gran proyecto final: el de musicar, en colaboración con Paul McCartney y Philip Glass, una colección de pequeños poemas que acababa de publicar en la revista The Nation: se trataba de la Balada de los esqueletos.
Inspirados en la festividad mexicana del Día de los Muertos, estos esqueletos universales reproducen y padecen los males de nuestra sociedad, ejercen y a la vez sufren el poder, dejándose el cuerpo en ello. Entre todos conforman la danza macabra del sistema de agotamiento, explotación y destrucción en que vivimos. Sus versos, tan radicales como divertidos, azote de la moral estadounidense, mantienen hoy su feroz condición de sátira carnavalesca, cobrando una sorprendente y acaso terrorífica actualidad.
El 7 de julio de 1969, Perec le escribió una carta a Maurice Nadeau para ponerle al día de sus proyectos y le explicó un plan tan bello como ambicioso, en el que preveía «un vasto conjunto autobiográfico que se articula en cuatro libros, y cuya realización me exigirá al menos doce años; no doy esta cifra al azar: se corresponde con el tiempo necesario para la redacción del último de esos cuatro libros, que delimita el tiempo necesario para la realización de los otros tres. Este cuarto libro nace de una idea bastante monstruosa, pero bastante estimulante, creo».
Adaptación del exitoso podcast homónimo, enriquecido con textos y citas y ampliamente ilustrado.
Todas las novelas de Amélie Nothomb están indisolublemente unidas a Japón, ya sea de forma lejana o profundamente íntima. La autora pasó allí sus primeros años, convencida de ser japonesa, y el desarraigo que le causó dejar aquel país prendió en ella uno de sus rasgos más característicos, la nostalgia, y se transformó en la creación de una mitología personal que ha marcado su obra de manera ininterrumpida.
Las conversaciones entre Amélie Nothomb y Laureline Amanieux para el podcast homónimo constituyen el hilo conductor de Japón eterno: un viaje introspectivo al corazón del alma nipona. A lo largo de la obra, esas conversaciones se entrelazan con las de otros expertos en cultura japonesa, que la enriquecen con su visión y sabiduría y nos acompañan por el camino de los kami, el camino del budismo, el camino del guerrero y el camino de la elegancia.