Ramona se enamoró de Sam a primera vista. Es una de las pocas constantes en su vida, y su amistad es demasiado importante como para arriesgarla por un beso.
Sam está enamorado de Ramona, pero nunca esperaría que sus sentimientos fuesen correspondidos. Aun así, son el complemento perfecto del otro, como amigos y como grupo musical.
Y entonces aparece Tom.
Tom tambien es músico, y es la pieza que faltaba en su banda. Pronto se convierten en un trío inquebrantable. Pero Ramona se está enamorando de Tom, y sigue sintiendo algo por Sam. ¿Cómo podrá ser fiel a sí misma sin perder las relaciones que hacen que su corazón cante?
Desde el momento en que Julianus Dakkia, sobrino del emperador, vio a Malina Bihari por primera vez, quedó prendido de ella. Años después, la bella bailarina dacia reaparece en un campo de batalla a punto de perder su vida, y él instintivamente se transforma en dragón para salvarla. La acción podría costarle su cargo de general, y su vida, pero tiene una cosa muy clara: Malina es suya.
Impresionada por el general en el campo de batalla, Malina no puede creer que este sea el mismo hombre que hace años le dio un talismán secreto y que ahora la protege. Pero no puede negar que su alma siempre ha anhelado la de Julianus.
En un mundo en que los dragones conquistan, saquean y queman todo a su paso, el amor de Malina y Julianus prenderá una llama que solo podrá acabar con la muerte o el desamor. O ambas.
Ricos e inteligentísimos, los hermanos Lively -Hades, Apolo, Hermes, Afrodita y Atenea- son muy populares, aunque nadie osa acercarse a ellos: todo el mundo los conoce, pero la gente procura evitarlos. Cada viernes por la noche organizan unas veladas conocidas como los Juegos de los Dioses, y se muestran implacables con sus adversarios. No hay modo de vencerlos.
Cuando Haven llega al campus en su primer año de universidad, los Lively le provocan una mezcla de fascinación y de temor, hasta que Hades se fija en ella…
Entre ambos surge un amor irrefrenable, que pronto se convertirá en un auténtico descenso a los Infiernos.
En realidad, los juegos que practican en Yale solo son una minúscula parte de lo que hay oculto tras ellos, la apuesta es muy alta y Haven ignora que la pieza principal de la partida es precisamente ella.