Cuando el Imperio Romano dominaba la tierra, en la época de César Augusto también la poesía escrita en latín alcanzó cimas fabulosas. En un plazo brevísimo de tiempo coincidieron Catulo, Horacio, Tibulo, Propercio, Sulpicia, Ovidio y Marcial. Poetas del amor y de los banquetes, de la ciudad y de los paisajes campestres donde retirarse, del culto religioso y las brujerías y los filtros de amor. Poetas de enorme personalidad y técnica prodigiosa que dejan su huella en cada poema y que a la distancia de siglos nos hablan como si fuesen nuestros contemporáneos de los celos, la euforia, el enamoramiento, la necesidad de descanso y la furia. Por primera vez en español reunimos los mejores poemas líricos del periodo, presentado el original y una traducción en verso castellano. Poemas de extensión muy variada (de los tres versos a los cien) donde se explora la intimidad y la vida comunitaria de poetas con gran personalidad que asisten a un momento decisivo de la historia: la expansión del imperio romano. Con un hilo conductor: el enamoramiento, la seducción a plena luz del día, los cálidos ocios del amor, y los juegos de la noche.
Recuperar por medio del viaje los fundamentos más hondos de nuestras humanas ruinas para evitar futuros terremotos, constituye el afán de este libro que viaja por la Antigüedad de Grecia y Roma desde el presente. A partir de las raíces de nuestra cultura se busca el reencuentro y que de ese tronco vuelva a brotar la flor, un nuevo renacimiento. El viajero interior y exterior pretende alcanzar la iluminación del espíritu a partir de los escombros, ruinas de nuestras civilizaciones, que también se reconstruyen. A veces pese a nosotros mismos.
La nostalgia del mar es el eje, indisoluble, de Marinero en tierra, el primer poemario de Rafael Alberti. («Si mi voz muriera en tierra, / llevadla al nivel del mar / y dejadla en la ribera»). Muchos autores vieron en él no solo el lamento por la lejanía del paisaje de su niñez, sino también el anuncio del exilio y del futuro dolor de la vida. En todo caso, este notable primer libro de Rafael Alberti, un hito en nuestra historia poética, supone el regreso a la infancia. la frescura y la ligereza de aquellos espacios marítimos, bajo la idealización del recuerdo, como un origen mítico. Aquí el mar siempre es benéfico, luminoso.
El libro estará organizado en 13 apartados que hacen referencia a la buena o mala suerte («El gato negro», «La sal derramada», «No cruzar debajo de una escalera», «Levantarse con el pie izquierdo», «Tijeras abiertas» o «El color amarillo»).
En palabras del autor: «La vida está llena de momentos que no podemos controlar, cuando la suerte es nuestro acompañante de viaje. Nos enamoramos, no se elige. Tan solo puedes vivirlo. Es incontrolable».
Bésame, que diré que ha sido mala suerte».
Venir desde tan lejos supone un nuevo punto de inflexión en la larga y prestigiosa trayectoria de Eloy Sánchez Rosillo. Si en la primera etapa del autor predominaba el canto elegíaco y en la segunda el enfoque se inclinaba claramente hacia la celebración, en este nuevo libro se impone la meditación serena de las cosas del mundo desde la altura de la edad. No se trata ni mucho menos de un libro desengañado o sombrío. Al contrario, es una obra de aceptación, de cumplimiento y de gratitud, con un evidente trasfondo moral. Y en todos los poemas del conjunto está muy presente el amor por la vida que desde sus inicios ha movido al autor a escribir sus obras. No estamos frente a un libro más de Sánchez Rosillo, sino ante uno de sus logros más altos, quintaesencia de una honda y dilatada experiencia poetica.
La historia de O-Tsuyu y Shinzaburo empieza siendo la de un amor a primera vista, pero pronto se ve trastocada por la muerte de ella y de su fiel sirvienta, O-Yoné. Sin embargo, lo que podría parecer el final del relato, resulta no ser sino el comienzo cuando una noche de verano ambas mujeres se presentan de nuevo ante un asombrado Shinzaburo. ¿Estuvieron muertas alguna vez? ¿Son espíritus que han conseguido regresar entre los vivos? ¿Podrá en esta ocasión triunfar el amor?