La investigación del perturbador asesinato de una mujer de clase burguesa deja entrever la corrupción y la impunidad extendida en la sociedad salvadoreña.
«Castellanos Moya es una figura estelar en el todavía en marcha segundo boom de la literatura latinoamericana.»
The New YorkReview ofBooks
El desconcertante homicidio de Olga María, una mujer de clase alta y madre de familia, deja conmocionada a la sociedad salvadoreña. Su mejor amiga no concibe que alguien pueda haber asesinado -a sangre fría, delante de sus dos hijas pequeñas y en su propia casa- a esta mujer honesta y de reputación intachable. Ante la incompetencia policial y la presión de la prensa, será la amiga misma quien intente resolver tan terrible crimen. Su monólogo delirante y atormentado arrastrará al lector a un torrente de hipótesis y descubrimientos que desvelarán los secretos de la vida íntima y secreta de la víctima y la podredumbre social y política de la clase gobernante en El Salvador, un país carcomido por la pasada guerra.
«Por fin voy a evocar toda aquella locura argentina, a todos aquellos seres arrebatados por la violencia. Me decidí a hacerlo porque muy a menudo pienso en los muertos, pero también porque sé que no hay que olvidarse de los sobrevivientes.»
Por fin se publican reunidas en un solo volumen las tres novelas con las que Laura Alcoba ha narrado una infancia ―su infancia― y, con ella, también la historia de la época más convulsa de la Argentina contemporánea: La casa de los conejos, El azul de las abejas y La danza de la araña. Aquí palpita una memoria viva y llena de claroscuros que nace en 1975, poco antes del inicio de la dictadura argentina, atraviesa el exilio en Francia y alcanza hasta la llegada de la adolescencia en un país que quizá ya sea el propio, pero quizá no.
Esta historia a caballo entre un lado y otro del océano, siempre anhelando una patria imposible, tiene la carga de emotividad que solo el recuerdo de la infancia o la mejor literatura pueden invocar. Ambos están presentes aquí con una fuerza y una finura únicas. Todo un fenómeno editorial en Francia y ya un clásico de la literatura autobiográfica más reciente.
Ulises Kan es huérfano y cinéfilo. Paulina, su mujer, como tantas personas que huyen del país en ruinas en que viven, ha decidido irse. Sin él. Dos sucesos más terminan de trastocar su vida: el regreso de Nadine, un amor inconcluso del pasado, y la muerte de su suegro, el general Martín Ayala. Gracias al testamento de este, Ulises descubre que se le ha encomendado una misión: transformar Los Argonautas, la gran casa familiar, en un hogar para perros abandonados. Si logra hacerlo antes del tiempo indicado, heredará el lujoso apartamento que había compartido con Paulina.
El polémico testamento desencadenará una trama que envolverá a Ulises entre las intrigas de Paulina y la sombra de Nadine, que no alcanza a descifrar. Mientras, los otros habitantes de la casa proyectarán sobre la extraña arquitectura sus propias historias y fantasmas.
En una sociedad en bancarrota, donde todos los lazos humanos parecen haberse disuelto, Ulises es como un perro callejero que va recogiendo las migajas de la simpatía. ¿Se puede conocer de verdad a quien se ama? ¿Qué es, en el fondo, una familia? ¿Son los perros abandonados una prueba de la existencia o de la inexistencia de Dios? Ulises encarna sin saberlo estas preguntas, como un peregrino del afecto en una época posterior al amor.
Los sentimientos de odio y rencor de Doña Lena, esposa de don Erasmo Mira Brossa, abogado y presidente del Partido Nacional hondureño, y madre de una única hija, Teti, son tan poderosos como el fuego: si se alimenta acaba consumiéndolo todo hasta el desmoronamiento. Pero el fuerte temperamento de Doña Lena no podrá impedir que Teti se case con Clemente, un salvadoreño divorciado, veinte años mayor que ella y con el estigma de comunista. Los lazos rotos de la familia Mira Brossa ya son irreparables, y Teti, Clemente y el hijo de ambos, Eri, se ven forzados a irse de Honduras para instalarse en El Salvador.
Corre el año 1969 y la guerra entre Honduras y El Salvador amenaza con dinamitar los frágiles cimientos de la relación de doña Lena con su hija, quien, a pesar de las amenazas de su contrariada y atormentada madre, se niega a regresar a su país, ni siquiera tras la trágica y misteriosa muerte de su marido.
El carácter volcánico de la matriarca es el denominador común de la historia de esta familia hondureña, narrada con el habitual despliegue de estilo marca del autor, y un tono afilado, ácido, que sumerge al lector en la corriente de sentimientos encontrados en la que se debaten los protagonistas de esta novela.
En agosto falleció mi hija. Se llamaba Olalla y estaba a punto de cumplir veinte años. La policía dijo que fue un accidente de tráfico...» El diario de la joven Olalla parece indicar que fue drogada y violada... Ese año 2012 fue sangriento y apocalíptico, a pesar de que no acabó el mundo. Fue también el año del Costa Concordia, de los terroristas solitarios, de los asesinos compulsivos y, además, el año más maldito de Olalla, el personaje que flota como un destino y una atmósfera a lo largo de esta novela. La detective Ágata Blanc lleva a cabo su investigación en un Madrid decadente que la conducirá a límites que no imaginaba y que la enfrentará a extrañas dimensiones de la vida y de la muerte. Esta ciudad, que años atrás fue símbolo de la prosperidad y la abundancia, parece ahora sumida en una depresión propia de la posguerra. Todos los elementos de nuestra época se entrelazan en esta novela: la búsqueda incesante del placer sexual, las drogas, las pérdidas de conciencia, la corrupción, los desahucios y el espíritu de la venganza, fundamentado en un problema existencial: no es posible respetar a los verdugos.
Las Abismales aborda las diferentes formas del miedo, el amor y el deseo en el Madrid actual a través de David, un profesor amante de los mitos, que hará de hilo conductor. La muerte de su novia será el primero de una serie de extraños acontecimientos que se suceden sin relación aparente en distintos puntos de la ciudad. La situación de caos va haciéndose incontrolable y el desasosiego se apodera de todo Madrid como una epidemia. Las masas desconcertadas y furiosas entran en conflicto y aparecen los manipuladores, los demagogos, los profetas, haciendo de coro dramático en una historia llena de pasiones y realidades enfrentadas... El mal no obedece a patrones conocidos y se presenta como algo inabordable y desestabilizador, que va pasando de un personaje a otro en una novela coral y de una atmósfera enigmática y envolvente, sin precedentes en la obra de Jesús Ferrero.