Conservar los recuerdos es conservar lo que ha dado sentido a nuestra existencia, pero, a veces, por una enfermedad como el Alzheimer o por algún trauma psíquico o físico, notamos que nuestros recuerdos se desvanecen y que aquello que tanto queríamos se nos hace ajeno. Si hacemos un rápido paseo por nuestro pasado, veremos que los recuerdos que se mantienen más vivos en nosotros son aquellos que estuvieron vestidos, para bien o para mal, con buenas dosis de sensaciones, bien sea por emociones o por que la circunstancia era más de sentir que de pensar. El autor nos invita a jugar con una serie de sensojuegos que nos ayudarán a vestir con sensaciones todas nuestras experiencias pasadas y presentes, con el fin de que nuestro cerebro refuerce el archivo de cada vivencia con dichas sensaciones y así su recuerdo se mantenga más vivo en el tiempo. Los sensojuegos están ordenados para que estimulen y vistan con sensaciones todos nuestros niveles de relación: los que tenemos con nosotros mismos, los que mantenemos con los demás y los que nos refleja y expresa nuestro entorno natural.
Aún sin quererlo y sin saberlo, y muy a nuestro pesar, nuestros padres, abuelos y antepasados nos han dejado en herencia duelos no resueltos, traumas no superados y todo tipo de secretos. Sin embargo, lo que se oculta a veces se expresa en el cuerpo a través de la somatización. El cuerpo del hijo, del nieto o incluso del bisnieto, sin importar su edad, se convierte entonces en el lenguaje del ancestro herido. Es por lo tanto necesario – para liberarse al fin de esa carga – descodificar y curar las heridas que no se cerraron.
La violencia de género es estructural, sus raíces están extendidas por todo el mundo, desde una concepción del poder del varón patriarcal. Es instrumental, busca imponer, dominar. Nace de una equivoca educación a la niña para el tú, para el otro; y por contra al niño para sí mismo. El diagnóstico es certero, ahora hay que prevenir e intervenir con medidas claras, factibles, especificas y verificables. Estas son las que encontrará el lector.
La pandemia y la salida de ella están cuestionando el modelo de globalización y los gobernantes se ven llevados a sentar las bases de una nueva globalización condicionada por los cambios tecnológicos y, más recientemente, por la política belicista de Rusia. Esta nueva globalización tendrá ganadores y perdedores que, sin duda, son sensibles a los discursos del populismo y del nacionalismo de diversa índole. Asimismo, los cambios y tendencias emergentes obligan a repensar los ejes y paradigmas de la nueva política económica rompiendo con cierta vagancia intelectual que tiende a querer interpretar lo nuevo con categorías heredadas de un pasado caduco. Es una realidad que el contexto macroeconómico ha devenido más complejo y difícil de gestionar. Y las pretensiones rusas no hacen sino agudizar las tensiones sobre los precios, truncar las expectativas de una recuperación económica intensa y alterar la hoja de ruta de los grandes bancos centrales atrapados entre su misión de yugular la inflación sin estrangular la recuperación. Un águila imperial sobrevuela el cisne negro de la inflación. Este cúmulo de factores adversos ha forzado un giro copernicano en las políticas llevadas a cabo por las instituciones comunitarias. A lo largo de esta obra se ponen de manifiesto todos los cambios económicos y sociales que se han producido en los últimos años; en especial se remarca la pérdida progresiva de peso de las rentas salariales en el producto interior bruto, la precariedad del empleo, la automatización y la robotización, con la consiguiente pérdida de empleo. También se pone de relieve el creciente protagonismo de China, el aumento de la presión fiscal, el proceso hacia un estancamiento secular, sin crecimiento ni recesión, el envejecimiento de la población, el encarecimiento de las materias primas y el incremento de la inflación junto a una situación de recesión, lo que da lugar al fenómeno que se ha denominado estanflación. (cont.)
Frente a la revisión del concepto de libido emprendida por sus discípulos Adler y Jung, en "Introducción al narcisismo" Sigmund Freud (1856-1939) mantiene la identificación del eros con el impulso sexual, pero yuxtapone una nueva polaridad que actúa en el propio seno de la libido, la cual puede alternativamente proyectarse en un objeto exterior o dirigirse de forma narcisista hacia dentro. Completan el volumen otros ensayos que ilustran la perspectiva de Freud acerca de diversos temas recurrentes en la práctica psicoanalítica.
Es necesario «domar» las emociones para luego reconocerlas, transformando los límites en recursos sumamente poderosos y construyendo una alianza entre inteligencia e instinto, razón y sentimiento, cálculo y emoción. Desde siempre, las dinámicas emocionales han sido centro de la atención de artistas, filósofos y hombres de fe. Los científicos, por su parte, han cultivado la ilusión de un saber puramente racional y objetivo, no contaminado por las pasiones y los sentimientos, sobre la base del mito que considera los procesos cognitivos como «superiores» al mundo de las emociones. Para evitar esta visión utilitarista y reduccionista que el biologismo tiene de las emociones, Giorgio Nardone nos propone en este libro abordarlas como una exploración de la complejidad de lo real y de la interacción psicológica entre nosotros y el mundo. De esta forma, cuando el miedo, el dolor, la ira o el placer adoptan maneras disfuncionales que impiden el desarrollo de la vida diaria, el autor plantea un enfoque terapéutico de tipo estratégico y orientado al cambio.