Cinco ensayos que reflexionan sobre las figuras literarias que han marcado la escritura de Naipaul, Premio Nobel de Literatura 2001.
El escritor y los suyos, a medias reflexión, a medias libro de memorias, es un viaje por los mundos reales y escritos que han conformado la literatura de Naipaul, desde la Trinidad colonial (marcada por el primer Derek Walcott y el padre del autor) hasta Inglaterra, donde con la ayuda de sus amigos el escritor busca su camino, pasando por la cultura recibida en la escuela (Flaubert y el mundo clásico). Y, por supuesto, la India, a la que se llega desde el poso de la cultura india en el Caribe y los desperdigados recuerdos de los inmigrantes del siglo XIX, lo que permite una visión muy especial de Mahatma Gandhi.
«Este libro —nos dice Ernesto Sabato en su prólogo— está constituido por variaciones de un solo tema, tema que me ha obsesionado desde que escribo: ¿por qué, cómo y para qué se escriben ficciones?» No se responde a ello con una teoría formulada externamente como cuerpo de doctrina orgánico —aunque ciertamente sí lo sea, y con ejemplar rigor y lucidez, en lo profundo—, sino en una forma particularmente viva, al ritmo de los estímulos externos o interiores, en apuntes que —como señala Sabato— «tienen algo de "diario de un escritor" y se parecen más que nada a ese tipo de consideraciones que los escritores han hecho siempre en sus confidencias y en sus cartas».
Desde el breve trazo casi aforístico hasta el comentario más detenido —analítico o polémico— que de la actualidad remite a problemas imperecederos, El escritor y sus fantasmas —aparecido por primera vez en 1967, y que aquí se nos da en su edición definitiva— contiene un examen de las preocupaciones más características de Sabato ante la literatura de su tiempo y ante su propio oficio de escritor.
Dawkins afirma la irracionalidad de la creencia en Dios y el daño que la religión ha infligido a la sociedad, desde las Cruzadas hasta el 11-S. Con rigor e ingenio examina a Dios en todas sus formas, desde el tirano obsesionado por el sexo del Antiguo Testamento, hasta el benigno relojero celestial de la Ilustración y muestra cómo la religión alienta las guerras y fomenta el fanatismo.