Adiós, muñeca (1940), considerada por muchos la mejor obra de Raymond Chandier, es su segunda novela. El detective Philip Marlowe emprende la búsqueda apasionada de una cantante pelirroja, se ve envuelto en la escena de un crimen y debe desenredar un turbio asunto de deudas de juego. No tardará en descubrir que una costumbre ha arraigado en Los Ángeles: disparar primero y preguntar después. Esta edición reúne también los tres relatos pulp, publicados en las revistas Black Masky Dime Detective, que Chandier canibalizó para escribir la novela: «El hombre que amaba a los perros» (1936), «Busquen a la chica» (1937) y «El jade del mandarín» (1937).
Tras recuperarse del accidente provocado por una examante de Dylan, Yanira y él celebran su ansiada boda en Los Ángeles. Su vida de recién casados es una continua luna de miel. Ambos son dos fieras del sexo, a los que les gusta el morbo, las fantasías y experimentar cosas nuevas. Juntos inventan un juego llamado «Adivina quién soy esta noche», plagado de lujuria, posesión y sensaciones, en el que los límites los ponen ellos. Todo marcha a las mil maravillas, hasta que Yanira regresa a los escenarios. Lo que para ella es un sueño hecho realidad, para Dylan será el punto de partida de muchos problemas, desconfianzas, celos y rupturas que se multiplicarán con las invenciones de la prensa. Yanira y Dylan no podrán evitar que sus vidas se descontrolen de una manera inimaginable para ellos.
¡MAGISTRAL! ¡IMPRESCINDIBLE! ¡UN AUTÉNTICO BEST-SELLER!
A finales del siglo III a. C., Roma se encontraba al borde de la destrucción total, a punto de ser aniquilada por los ejércitos cartagineses al mando de uno de los mejores estrategas militares de todos los tiempos: Aníbal. Su alianza con Filipo V de Macedonia, que pretendía la aniquilación de Roma como Estado y el reparto del mundo conocido entre las potencias de Cartago y Macedonia, constituía una fuerza imparable que, de haber conseguido sus objetivos, habría determinado para siempre el devenir de Occidente.
Pero el azar y la fortuna intervinieron para que las cosas fueran de otro modo. Pocos años antes del estallido del más cruento conflicto bélico que se hubiera vivido en Roma, nació un niño que estaba destinado a cambiar el curso de la historia: Publio Cornelio Escipión.