Chantal y Jean-Marc viven juntos en París y se quieren; se quieren tanto que incluso parecen confundirse. Hay ocasiones en las que, por un instante, ninguno de los dos se reconoce a sí mismo y la identidad del otro se disuelve. Es un proceso vertiginoso que todo el que ama ha experimentado alguna vez. Pero ¿en qué momento, ante qué gesto y en qué circunstancia precisa comienza ese aterrador proceso? En el pánico que acompaña a ese instante de extravío, Kundera atrapa al lector y lo conduce por el laberinto que recorren los protagonistas, en el que más de una vez deberá cruzar la frontera de lo real y lo irreal o entre lo que ocurre en el mundo exterior y lo que, en solitario, elabora una mente presa de la inseguridad.
Te encuentras atenazado en los límites de tu realidad inmediata; aceptas las presiones, los ajetreos de esta como si fueran lo natural, la única vida posible. Pero existe otra realidad, una realidad más plena y dichosa a la que puedes acceder... simplemente despertando tu otro yo. Reconocer y aceptar la guía de ese yo sagrado te permitirá situarte por encima de las dificultades cotidianas, no para desdeñarlas, sino más bien para abordarlas en sus justas proporciones; además, te permitirá irradiar esa recuperada lucidez, de modo que podrás transmitirla a otros.
¿Se deja arrastrar por circunstancias que parecen estar fuera de su control? Esa carencia de autodominio es consecuencia de múltiples factores: hábitos negativos, escaso conocimiento de los propios valores personales, dificultades en las relaciones con los demás... Todo ello causa esa angustiosa sensación de estar manejado por los otros, por «lo» otro.
En Controle su destino, Anthony Robbins propone una serie de pautas sencillas de seguir que nos ayudan a descubrir nuestras creencias más profundas, nuestras preguntas fundamentales. Propone, en suma, un viaje de autodescubrimiento cuya estación terminal es la más plena y satisfactoria realización de uno mismo.