Todas las civilizaciones han tratado de explica aquello que no comprendían y que percibían como sobrenatural y lo han hecho contando leyendas que incluían dioses, héroes, monstruos y, cómo no, humanos. Los mitos son historias que no tienen por qué ser reales, pero contienen nuestra esencia, nuestras pasiones, miedos y deseos, porque hablan de temas universales como el amor y la muerte, que poseen, en definitiva, la fuerza de ser la base cultural de la Humanidad.
A pesar de permanecer olvidado durante más de tres mil años, con un reinado que duró solo una década, Tutankamón es seguramente el más famoso de todos los faraones egipcios, gracias al fabuloso tesoro descubierto debido a la intuición y perseverancia del arqueólogo Howard Carter y al generoso apoyo de su patrón Lord Carnarvon. En la tumba se encontraron más de cuatro mil artefactos, esplendidas joyas, amuletos mágicos y la famosa máscara mortuoria de oro macizo.
Como sucede con su obra clásica sobre los dioses griegos, Karl Kerényi escribió este libro convencido de que había llegado el momento de hacer una mitología para adultos, pues hasta entonces sólo existían grandes manuales para especialistas en estudios clásicos, historia de las religiones, etnología, o bien libros de mitos clásicos para niños, remodelados y falseados de acuerdo con determinados puntos de vista educativos. Kerényi destinó este libro a todos aquellos adultos cuyo interés fundamental fuera el estudio del ser humano desde cualquier rama del conocimiento, ya que para él la mitología puede ser también un testimonio del pensamiento humanista moderno. Por esta razón dedicó esta obra a los poetas del futuro.
Este libro tiene su origen en la profunda convicción de Karl Kerényi de que había llegado el momento de escribir una mitología griega que no estuviera destinada a especialistas en estudios clásicos, historia de las religiones o etnología, tampoco a los niños –para quienes había sido adaptada según discutibles puntos de vista educativos–, sino a aquellos adultos que sencillamente desearan conocer, más allá de su carácter narrativo, el profundo significado psicológico de los mitos.
Haciendo acopio de una gran cantidad de fuentes, Kerényi nos ofrece una diáfana y a la vez erudita exposición de los mitos griegos más relevantes: la compleja genealogía de las divinidades primordiales, como Océano, la Noche y el Caos, y de los titanes; las diosas olímpicas, entre ellas Afrodita bajo sus diversos aspectos; Zeus y todas sus esposas; Metis y Palas Atenea; Apolo y Ártemis; Hermes, Pan y las Ninfas; Posidón y sus mujeres; el Sol y la Luna; Prometeo y la raza humana; los dioses ctónicos Hades y Perséfone, o el inefable misterio de Dionisos.
Según una antigua costumbre, los príncipes y soberanos de la India congregaban periódicamente a pensadores, ascetas y religiosos de diferentes escuelas para discutir sobre alguna cuestión controvertida. La identidad o diferencia entre el cuerpo y el alma, la vida después de la muerte, el sentido de la existencia, las reglas de comportamiento y ciertas cuestiones morales fueron algunos de los temas de debate. De su resultado dependían las condiciones de vida de las escuelas en litigio, con lo que la habilidad persuasiva o arte de probar adquiriría una gran importancia social y política. El tratado de Nâgârjuna (ca. siglos II-III) Abandono de la discusión (Vigraha-vyâvartanî) expone la postura de los madhyamika ante la discusión filosófica a la luz de la doctrina del vacío, siendo uno de los mejores ejemplos de la dialéctica de Nâgârjuna y de su postura filosófica con relación al papel que el lenguaje y el razonamiento lógico deben jugar en la búsqueda del despertar.
Obra de referencia para entender mejor «Las tres religiones», las tres grandes corrientes religiosas monoteístas que surgieron entre Palestina y Arabia del siglo VI a.C. al VII d.C.: judaísmo, cristianismo e islam.Los autores de este diccionario analizan con sólidos conocimientos y profundo respeto las convergencias y divergencias entre estas religiones.Siendo estrictamente científico, este es un diccionario teológico, pues ayuda a comprender el sentido y la aportación de cada una de las tres religiones, en un gesto de diálogo activo; es decir, de ecumenismo real, que permite poner de relieve la identidad de cada religión.