¿Por qué es necesario el arte y qué nos dice de nosotros mismos?
¿Cuál es la diferencia entre impresionismo y postimpresionismo? ¿Qué distingue la ciencia de la mitología? ¿Por qué la bandera argentina es azul y blanca?
Entre los siglos IV y V d. C. el Imperio romano, en franca decadencia, experimentó una serie de cambios profundos. Y quizá el más importante de todos ellos fue la creciente influencia de la fe cristiana en las esferas de poder. Tradicionalmente los filósofos habían sido quienes a asesoraban a los gobernantes de Roma, pero poco a poco los obispos y otros creyentes cristianos fueron quienes ofrecieron un nuevo marco de pensamiento antiguo en el que los vínculos entre ciudadanos fueron sustituidos por una religión común que establecía una lealtad a un autócrata distante.
Peter Brown, la mayor autoridad en la civilización mediterránea de la Antigüedad tardía, analiza en esta obra cómo la enseñanza cristiana proporcionó un modelo para un imperio más jerárquico: los antiguos ideales de democracia dieron paso a la imagen de un gobernante glorioso que mostraba misericordia a sus súbditos. El resultado es uno de los ensayos más brillantes sobre esta época tan turbulenta como fascinante.
Lo que hoy se conoce como mundo clásico, y que pervive entre nosotros a través de la historia de su recepción, es en realidad el precipitado de dos tradiciones, de dos culturas, en un sentido muy amplio de ambos términos que engloba aspectos tanto intelectuales como institucionales y materiales. El lema horaciano Graecia capta ferum victorem cepit intulit agresti Latio [La Grecia conquistada conquistó al feroz conquistador y trajo las artes al rústico Lacio] recoge solo de modo parcial esta idea: la Grecia conquistada enseñó a Roma sus artes, es cierto, pero fue Roma la que proyectó a Grecia por todo el imperio y hacia la posteridad, y la que hizo suyo el legado heleno para convertirlo en factor de su propia hegemonía imperial e identidad. Este libro se hace cargo de este enriquecedor hibridismo cultural. Especialistas de primer nivel analizan múltiples contextos, desde la política a la economía, desde la cultura a diferentes ámbitos de la sociedad, en los que cobró cuerpo el helenismo bajo hegemonía romana. La obra muestra que los frutos del hibridismo grecorromano trascendieron el mundo mediterráneo y presta particular atención a su decurso entre los siglos ii a.C. y ii d.C.
De Tácito no sabemos muchos datos biográficos importantes, más allá de algunos de los cargos políticos que ocupó en la administración imperial. Desconocemos fechas y lugares exactos de nacimiento y muerte e incluso se duda sobre su praenomen. Sin embargo, no hay prácticamente ninguna duda de que es uno de los historiadores fundamentales de la literatura latina, gracias sobre todo a dos obras que repasan la época imperial desde la muerte de Augusto: Anales e Historias. Este primer volumen de Anales es el relato, «año a año», del período que va del 14 al 37 d. C., es decir, desde la muerte de Augusto hasta la muerte de Tiberio. La crónica del reinado del emperador Tiberio adquiere en la pluma de Tácito una solemnidad trágica en la que brillan su estilo moderno y meditativo, además de sus célebres sentencias lapidarias.
A lo largo del siglo xx tomó cuerpo una iniciativa única en la historia de la humanidad. Los Estados, que desde Tucídides hasta Bismarck se habían caracterizado por su aspiración a la soberanía y la independencia, se unieron gradualmente para crear organizaciones internacionales con el fin de promover la paz, impedir las agresiones, regular los asuntos diplomáticos, elaborar un código legal internacional, fomentar el desarrollo social e inspirar un mundo de prosperidad. Así, y tras muchas vicisitudes, nació la ONU.
Largamente esperado, el trabajo de Paul Kennedy, uno de los historiadores con mayor prestigio de la actualidad, analiza esta estructura política fundamental del siglo xx desde las formas iniciales de organización internacional y sus funciones en el mundo de la posguerra hasta los principales acontecimientos y los problemas geopolíticos actuales, para proponer cómo debe transformarse la institución -frente a las nuevas amenazas para la seguridad internacional y el impulso del mundo global- durante el siglo XXI, pues es una urgente responsabilidad colectiva lograr que este «Parlamento» mundial de Estados funcione lo mejor posible ante los retos del futuro.
Una genealogía del ser humano a través de sus acciones más crueles e insensibles.
Biografía de la inhumanidad representa la antítesis del libro anterior de José Antonio Marina. MientrasBiografía de la humanidad explicaba la historia de la evolución cultural (a través del desarrollo del arte, la política, las instituciones sociales, las religiones, los sentimientos y la tecnología),Biografía de la inhumanidad pretende explorar los mayores errores o crueldades de nuestra historia, y por qué en su momento estas acciones fueron llevadas a cabo o se aceptaron como una especie de destino implacable. Valiéndose de las herramientas intelectuales que proporciona la psicología, el autor nos ofrece un recorrido histórico-cultural por las principales maldades e indolencias que hemos cometido como especie «inhumana».
Una obra de investigación histórica que se lee como si fuera ficción.
Cómo Hernando Colón, hijo de Cristóbal Colón, creó la primera biblioteca moderna y organizó el conocimiento al mejor estilo de la era digital.
Historiador, filósofo y moralista, Plutarco nos legó uno de los conjuntos literarios más extraordinarios de la Antigüedad: las Vidas paralelas. Bajo este título se reúne una extensísima recopilación de biografías de algunos de los hombres más sobresalientes de la historia antigua. En estas piezas, Plutarco trasciende el relato histórico para también transmitir mensajes morales y llegar al alma de estos grandes personajes presentados siempre por parejas (uno griego y otro romano).
Este primer volumen de las Vidas paralelas, además de una amplísima introducción general sobre la vida y la obra de Plutarco, reúne los textos Teseo-Rómulo y Licurgo-Numa, hombres que el autor relacionaba muy estrechamente: todos ellos fueron gobernantes de una época que aún basculaba entre la realidad y la leyenda heroica, y también hicieron gala de una personalidad que los convirtió en fundadores y legisladores.
La invasión rusa de Ucrania, en la madrugada del 24 de febrero de 2022, trajo al mundo el inquietante recuerdo del estallido de la Primera Guerra Mundial de 1914. Al igual que cien años antes, el peligro inminente de una conflagración había estado a la vista de todos. En la ciudad polaca de Przemyśl, situada justo al otro lado de la frontera ucraniana, los ecos de 1914 resonaron con una fuerza ensordecedora. Al comienzo de la Gran Guerra, cuando el ejército del zar Nicolás II marchó hacia el oeste y parecía a punto de invadir la Europa central, fue a Przemyśl, una vetusta ciudad-fortaleza del Imperio austrohúngaro, adonde escaparon oleadas de refugiados en busca de un lugar seguro. Y fue Przemyśl, ciudad multiétnica habitada por polacos, ucranianos y judíos, quien desafiaría el sueño zarista de crear una “Gran Rusia” hasta los Cárpatos. Allí se libraría una de las batallas decisivas de la Gran Guerra, un encarnizado y despiadado asedio que frenó en seco la feroz acometida rusa contra las Potencias Centrales que hubiera cambiado el sino de la guerra. Una desgarradora historia que, a pesar de su capital relevancia, permanece casi desconocida en Occidente.