¿De dónde proviene el curioso proyecto de encerrar para corregir, disciplinar, controlar, que traen consigo los códigos penales de la época moderna? ¿Es una herencia de las mazmorras medievales? Más bien, una tecnología novedosa: el desarrollo de un conjunto de procedimientos de coerción colectiva para dividir en zonas, medir, encauzar a los individuos y hacerlos a la vez “dóciles y útiles”. Vigilancia, ejercicios, maniobras, puntajes, rangos y lugares, clasificaciones, exámenes, registros: una manera de someter los cuerpos, de dominar las multiplicidades humanas y de manipular sus fuerzas, que fue desplegándose en los hospitales, en el ejército, las escuelas y los talleres: la disciplina.
El jardín del Edén es un viaje a través del espacio y el tiempo que nos descubre una apasionante historia de la jardinería. La experiencia de Esteban Hernández-Bermejo, uno de los expertos mundiales en la conservación de plantas, en la comprensión de los autores de la Antigüedad —naturalistas, agrónomos, geógrafos, cronistas, literatos—, junto al estudio de restos arqueológicos de cerámicas, pinturas y bajorrelieves le permite mostrarnos cómo fueron los paisajes ornamentales de culturas olvidadas.
Desde Persépolis hasta Versalles, de las dunas saharianas de Egipto a los bosques guaraníes, de los almeces de Medina Azahara en la Córdoba califal a los jardines donde duermen emperadores mogoles en el Taj Mahal, cada capítulo es una experiencia única que nos transportará a la época en la que se diseñaron.
Un viaje a la destrucción con un AK-47 en la manoEste no es un libro sobre un arma. El kaláshnikov es mucho más que eso: el triste emblema de la discordia y la muerte. Barato y fácil de manejar, apenas cuarenta dólares y tres kilos de peso, no hay conflicto bélico en el que no haya participado el fusil de asalto inventado por Mijaíl Kaláshnikov hace casi 80 años. Kaláshnikov lleva a cabo un repaso por las infames acepciones que ha tomado la maldad humana en todos aquellos conflictos, revoluciones y asaltos al poder en los que el famoso fusil ha sido protagonista. Lo usaron los vietcong contra los norteamericanos y los talibanes frente a los propios soviéticos, lo empuñaron tiranos como Sadam y niños obligados a combatir, y aparece representado en las banderas de Mozambique y de Hezbolá. El AK-47 es «la herramienta perfecta, el instrumento del Mal contemporáneo. Siempre sale fortalecido de todas las guerras, sea quien sea el vencedor». Domenico Quirico, veterano reportero italiano, viaja en esta obra hasta los albores de la Guerra Fría y rastrea el olor a destrucción que llega hasta el presente.
1930. Josefina Carabias conoció a Azaña cuando ella era una joven de veintidós años que ni siquiera pensaba en dedicarse al periodismo. Él tenía cincuenta y comenzaba a labrarse una carrera política que le llevaría desde el Ateneo de Madrid hasta ser una figura fundamental en la Segunda República. Durante la siguiente década, ambos compartirán muchos momentos en un clima de efervescencia política y social, hasta la muerte de Azaña en Francia, en 1940.
Huyendo de lo que se espera de una biografía, Carabias nos dejó un libro que es mucho más que una semblanza personalísima de un hombre de ideas que tropezó con la amarga realidad de España. Azaña es también una crónica vívida del Madrid de una época irrepetible, el de las tertulias en cafés, la universidad, el Ateneo y el voto femenino, por el que se pasean personajes como Unamuno y Valle-Inclán. Y es, sobre todo, un ejercicio literario vibrante a la altura de autores contemporáneos como Manuel Chaves Nogales.
Carabias no sólo fue una pionera del periodismo en nuestro país, sino una mujer con una vida apasionante y testigo privilegiada de algunos de los momentos más relevantes del siglo xx. Como afirma Elvira Lindo en el prólogo, «este libro tiene que llegar a las manos de quienes sueñan con ser periodistas, de quienes ya lo son, de las mujeres que anhelan un ejemplo de coraje, de los que no lo leyeron en su momento, de los que no lo han incluido en su listado de crónicas fundamentales de la República».
En Breve historia de la historia, el aclamado historiador Jeremy Black busca revitalizar y redefinir nuestras ideas sobre la historia. Las historias que contamos sobre el pasado son un aspecto crucial de todas las culturas. Sin embargo, si bien el proceso tradicional de narración de historias (lo que consideramos "historia" en el sentido correcto) es útil, pero también es engañoso, sobre todo porque conduce a la repetición de prejuicios y desinformación.
Jeremy Black sugiere que la idea convencional de historia y de historiadores está construida de una forma demasiado simplista, ya que no logra abordar la naturaleza amplia de la experiencia vivida. Al centrarnos en una idea o historia singular dentro de la historia que se explora, no logramos comprender la interconectividad de la experiencia cotidiana.
Este libro desafía las normas aceptadas de la perspectiva histórica y ofrece una visión de la historia humana que sorprenderá a muchos y, quizás, enfurecerá a otros. Pero, sobre todo, es una historia de historiadores escrita para la actualidad, una época en la que el tradicional enfoque eurocéntrico de la historia parece ahora totalmente inapropiado.
Tras sobrevivir a la caída del Imperio Romano de Europa Occidental en el siglo V, el Imperio Bizantino floreció como una de las fuerzas económicas, culturales y militares más poderosas de Europa durante mil años. En esta breve introducción, Peter Sarris introduce al lector en la singular fusión de la cultura política romana, la tradición intelectual griega y la fe cristiana que tuvo lugar en la capital imperial de Bizancio bajo el emperador Constantino y sus herederos. Utilizando ejemplos de la arquitectura, el arte y la literatura bizantinos, Sarris muestra cómo su legado fue reelaborado y reinventado en los siglos siguientes, frente a los desafíos y amenazas exteriores. A través del impacto de la guerra con los mundos persa e islámico en el este, Sarris explora la creatividad del arte de gobernar y la estrategia bizantinas, así como los repetidos (pero en última instancia infructuosos) intentos del imperio de conseguir la ayuda de las potencias cristianas de Europa occidental para asegurar su supervivencia.