Todos nosotros somos, en esencia, aquello que leemos. Ese es el presupuesto del que parte Luis García Montero en este libro. Un principio difícilmente rebatible desde cualquier rincón de la cultura. Las lecturas a las que Federico García Lorca se acercó en su juventud le convirtieron en la persona que fue -hasta sus últimas consecuencias- y en símbolo de toda una época. Como uno de los escritores españoles más populares del siglo XX, sus obras son objeto continuo de estudio, su poesía resuena más allá de los libros y sus piezas teatrales han conocido multitud de puestas en escena a lo largo de los años. Lejos del mito del autor de genio innato y profundas raíces populares, su escritor, desde los más tempranos, reflejan un profundo conocimiento de la literatura clásica, de las obras de sus contemporáneos, además de un acercamiento intelectual a la cultura popular, tanto literaria, como musical o teatral. Como todo lector, el joven Lorca buscó en sus lecturas la manera de forjarse una identidad, no solo como escritor, sino también como individuo y como ser social. Este es, sin duda, uno de los más hermosos y fecundos ejercicios de la libertad que puede acometer el ser humano.
Hasta la proliferación de los populismos de derechas, los regímenes que corrompían las reglas democráticas para anular a la oposición y perpetuarse en el poder tenían fundamentalmente signo marxista. Pero el nuevo antiliberalismo nacionalista y ultraconservador, bajo la bandera de la «batalla cultural», le ha arrebatado al chavismo y al socialismo el monopolio del despotismo.
El conocido ensayista José Benegas, curtido en la lucha contra los populismos latinoamericanos, desarrolla en este libro la tesis de que el tradicional eje izquierda/derecha ya no permite comprender el actual momento político. Ambos bandos comparten el gusto por los caudillos que destruyen las instituciones, y que tras haber ganado el favor popular en las urnas acaban con los métodos de control a su corrupción, convierten a los poderes legislativos en amanuenses, colocan adeptos en la justicia para blindarse ante cualquier investigación y amordazan a la prensa.
El viaje con el que arranca este maravilloso libro evoca la primera de tantas fugas de Arthur Rimbaud, en 1870, huyendo de su madre. Para el autor de Iluminaciones y Una temporada en el infierno, la vida se organiza en movimiento, el estado supremo de la poesía. Sylvain Tesson, que comparte con él la naturaleza inquieta del caminante, sigue los pasos del enfant terrible desde sus primeros versos en latín hasta las ansias de aventura que lo condujeron a Abisinia. Rimbaud se movió sin descanso, cambiando constantemente de punto de vista. Escapó de las Ardenas, pasó por salones parisinos de los que no quiso formar parte, persiguió el amor en Bélgica, vagó por Londres y se aventuró a morir en las pistas de tierra africanas.
Un verano con Rimbaud recorre paisajes reales e imaginarios y se adentra en expresiones y versos del poeta como su conocido «yo es otro», que permite reflexionar sobre la escisión del sujeto moderno, o su famoso poema de las vocales. Tesson comprende como nadie su necesidad de desplazarse, propone una interpretación sutil y elegante de sus versos y aviva en el lector el deseo de conocer o reencontrarse con una obra escasa pero salvaje.
Un relato dinámico e inmersivo sobre los brillantes filósofos que deambularon por el Oxford de mediados del siglo XX y que enseñaron al mundo la importancia del lenguaje.
¿Cuáles son los límites del lenguaje? ¿Cómo podemos acercar la filosofía a la vida cotidiana? ¿Qué significa ser un buen ser humano?
Estas fueron algunas de las preguntas que los filósofos se plantearon en Gran Bretaña a mediados del siglo XX, un periodo ensombrecido por la guerra y el ascenso del fascismo. En respuesta a la situación del momento, pensadores como Philippa Foot (creadora del famoso dilema del tranvía), Isaiah Berlin, Iris Murdoch, Elizabeth Anscombe, Gilbert Ryle y J. L. Austin se esforzaron en alcanzar un nuevo nivel de minuciosidad y autoconciencia sobre el lenguaje para intentar mantener la filosofía fiel a la experiencia cotidiana.
Una aventura terriblemente seria recorre las amistades y rivalidades, las preocupaciones compartidas y los apasionados desacuerdos de algunos de los pensadores más innovadores de Oxford. Lejos de quedarse encerrados en sus torres de marfil, los filósofos de Oxford vivieron, descifraron códigos, se convirtieron en diplomáticos y soldados en las dos guerras mundiales y a menudo se basaron en sus experiencias para crear obras maestras del modernismo británico con un planteamiento y un estilo totalmente originales.
El colapso ecológico y el discurso que insiste con la catástrofe planetaria se han vuelto parte de nuestro sentido común. En esta antología, Eduardo Galeano propone una mirada alternativa, que es en realidad una constante en toda su obra, para acercarnos al mismo problema: nos recuerda nuestro vínculo insoslayable con la naturaleza, explora su riqueza y sus formas de resistencia, y hasta señala con alarma nuestra tenacidad urbana y moderna de creer que podemos prescindir de ella. En estas páginas, Galeano imagina un Juicio Final para los seres humanos, en el que un alto tribunal de bichos y plantas nos acusará de haber convertido el reino de este mundo en un desierto de piedra. No es tarde, dice también, para entender de una vez que nuestro planeta es nuestra única casa. Muy recientemente nos hemos enterado de que la naturaleza se cansa, como nosotros, sus hijos; y hemos sabido que, como nosotros, puede morir asesinada. La civilización que confunde los relojes con el tiempo, el crecimiento con el desarrollo y lo grandote con la grandeza también confunde la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.