A los humanos nos gusta pensar en nosotros mismos como criaturas racionales. Sin embargo, algunos de los momentos más excepcionales de la historia no tratan de acontecimientos sino de sentimientos: los orígenes de la filosofía, el nacimiento del cristianismo, la caída de Roma, la Revolución científica o los grandes conflictos bélicos del siglo XX no pueden entenderse sin las emociones.
Gracias a sus sólidos conocimientos en psicología, neurociencia, arte, filosofía y religión, Richard Firth-Godbehere hilvana un fascinante recorrido por la historia de la humanidad desde una perspectiva absolutamente original, un relato que explica cómo las emociones han modelado el mundo en el que vivimos con toda su complejidad, maravilla y diversidad.
La explosión populista no sólo recorre los movimientos populistas de más estricta actualidad, sino que busca sus raíces en corrientes del pasado, tanto estadounidenses como europeas. Con ello, demuestra el gran talento que tienen éstos para abordar y sobredimensionar problemas que, aunque pueden tener una parte veraz como las imperfecciones del siste democrático o la desigualdad económica, convierten en un discurso demagógico que con frecuencia resulta muy efectivo electoralmente. Y permite vislumbrar por qué el populismo nos acompañará durante mucho tiempo.
Escombros, ceniza y huesos, esto son los restos que a menudo nos encontramos al explorar un antiguo campo de batalla o las ruinas de una aldea, tierra arrasada que esconde miles de historias, desde los últimos suspiros de un soldado caído a los gritos ahogados de una familia asolada por la guerra. A menudo el rápido suceso de acontecimientos que comprendemos como historia nos ha entumecido a estas realidades traumáticas, desvinculándonos de la violencia y sufrimiento que abarca y que raras veces nos conmociona.
Solemos olvidar que detrás de la destrucción y la barbarie se encuentran personas, sus recuerdos y esperanzas silenciados por el filo de una espada; relatos humanos recurrentes que hacen de la historia algo palpitante y tangible.
Con la arqueología como herramienta, Alfredo González-Ruibal nos ayuda a afinar el oído, a escuchar estos susurros y descifrar sus relatos de violencia y agresión, acercándonos a la realidad sin los tintes opacos de la guerra o la ideología. Son precisamente estos últimos vestigios los que hablan con mayor elocuencia sobre nuestra naturaleza y su perturbadora inclinación a la destrucción.