¿Hay mayor sufrimiento que vivir una V.I.D.A. que no quieres?
«Estoy totalmente perdida. No sé quién soy, a dónde voy, ni qué quiero hacer. Tonta sería si pasara por alto las resistencias que me estoy encontrando. Ya nos entendemos y lo he pillado. Por aquí no es. Renuncio a todos mis planes, me rindo y me abro a cualquier alternativa que me ofrezca la V.I.D.A.».
¿Cómo puedo construir relaciones sanas? ¿Qué puedo hacer para mejorar la relación que tengo? Es probable que te lo hayas planteado alguna vez y no hayas obtenido respuestas satisfactorias. Posiblemente, porque tendemos a mirar hacia fuera cuando primero deberíamos conocernos a nosotras mismas.
Así que vamos a hablar de cómo nos quisieron en la infancia, de nuestras heridas emocionales, del entorno escolar y de otros aspectos de nuestro pasado que nos ayudarán a entender por qué nos relacionamos en el presente de la manera en que lo hacemos. Este proceso te puede remover, pero también te ayudará a prestar atención a todas aquellas cosas que hoy no están funcionando como deberían, y descubrirás que hay aspectos que se pueden trabajar para que tus relaciones te hagan sentir bien, libre, cómoda y, sobre todo, tú misma.
Deseada, buscada, provocada, inadvertida, la soledad puede adoptar muchas formas, pero en la mayoría de casos es una situación que nos da miedo, nos genera rechazo y tratamos de evitar a toda costa. En el mundo actual y especialmente a partir de una cierta edad, parece que la soledad se entiende como un fracaso: estar soltero, divorciado o separado es algo que debe superarse a toda costa. Sin embargo, saber estar solo es en realidad un signo de madurez, de autonomía, de riqueza personal.
A solas es una oda a la vulnerabilidad, al atrevimiento, a no dejarse vencer. Silvia Congost, una de las psicólogas más conocidas de nuestro país, rompe en este libro, lleno de reflexiones y consejos, con las ideas preconcebidas sobre no tener pareja y nos invita a perderle miedo al monstruo de la soledad desde su propia experiencia. A quedarnos en silencio escuchando nuestro cuerpo, conectando con los latidos de nuestro corazón, con el ruido de nuestra respiración u observando la forma y el contenido de nuestros pensamientos.