Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson decide que nada de eso va con él. Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se encarama a una ventana y se fuga de la residencia donde vive, dejando plantados al alcalde y a la prensa local.
Sin saber adónde ir, se encamina a la estación de autobuses, el único sitio donde es posible pasar desapercibido. Allí, mientras espera la llegada del primer autocar que se presente, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el bus llega antes de que el joven regrese y Allan, sin pensarlo dos veces, se sube con la maleta, ignorante de que en su interior se apilan, ¡santo cielo!, millones de coronas en efectivo. Pero Allan no es una persona fácil de amilanar. A lo largo de su centenaria vida ha tenido un montón de experiencias de lo más singulares: desde inverosímiles encuentros con personajes como Franco, Stalin y Churchill, hasta amistades comprometedoras como la esposa de Mao, pasando por actividades de alto riesgo como ser agente de la CIA o ayudar a Oppenheimer a crear la bomba atómica.
En octubre de 1963, cuando Annie Ernaux se halla en Ruán estudiando filología, descubre que está embarazada. Desde el primer momento no le cabe la menor duda de que no quiere tener esa criatura no deseada. En una sociedad en la que se penaliza el aborto con prisión y multa, se encuentra sola; hasta su pareja se desentiende del asunto. Además del desamparo y la discriminación por parte de una sociedad que le vuelve la espalda, queda la lucha frente al profundo horror y dolor de un aborto clandestino.
Un tirano por el día, un playboy por la noche. Esa es la reputación que precede a Richard VanRyan. Él vive su vida de la manera que quiere, sin importarle las opiniones de otros. No se preocupa ni por nada ni por nadie, y no tiene intención de cambiar su manera de ser.
Katharine Elliott trabaja como asistente personal de Richard. Ella le desprecia y no comparte su más que cuestionable ética profesional, pero no tiene otro remedio que soportar y gestionar todos los trabajos que Richard le encarga ya que necesita su trabajo para poder subsistir. Hasta que llega el día en el que él le pide algo que Katherine nunca imaginó. Un nuevo acuerdo, con un trabajo diferente, su prometida en lugar de su asistente personal.
¿Qué es lo que puede suceder cuando dos personas que se detestan, tienen que vivir juntos y actuar como si estuvieran locamente enamorados?
¿Sobrevivirán al acuerdo que han firmado?
«Era el año del Señor de 1989. La gente oía hablar de guerras y de revueltas, pero no se asustaban, pues esas cosas tenían que suceder.» El ala derecha es el volumen que cierra la monumental trilogía «Cegador». Estamos en 1989 («el último año del hombre en la Tierra», y también el año de la Revolución). La aciaga dictadura de Ceaușescu experimenta sus últimos estertores. En los circos del hambre, largas colas de mujeres esperan la comida que no llega, vigiladas de cerca por los agentes de la Securitate. Bucarest es un mausoleo, una ciudad de muertos y de noche, de ruinas y de miseria. El joven Mircea se debate entre la realidad punzante y las visiones alucinadas de un lugar que se asoma al fin del mundo, embarcado en una disección salvaje y mística de la primera infancia, en un viaje onírico por el laberinto de la genealogía familiar, en el que todo converge y todo acaba, en una plenitud tan fugaz como el latido de las alas de una mariposa.
«El ala izquierda» es el volumen que abre «Cegador», la monumental trilogía en forma de mariposa considerada de modo unánime la obra maestra del escritor rumano Mircea Cartarescu. Visceral ejercicio de autoexploración literaria sobre la naturaleza femenina y la madre, viaje ficticio a través de la geografía de una ciudad alucinada, una Bucarest que se convierte en el escenario de la historia universal, «El ala izquierda» se ha convertido en uno de los éxitos más sólidos de la literatura europea actual, y en un best seller literario desde el mismo momento de su publicación. Circos errantes, agentes de la Securitate, gitanos adictos a la flor de la amapola, una oscura secta, la de los Conocedores, que controlan todo lo visible y lo invisible, un ejército de muertos vivientes y una hueste de ángeles bizantinos enviados para combatirlos, un iluminado albino que burla a la muerte, jazz underground en una Nueva Orleans soñada, la irrupción del comunismo en Rumanía... Pasajes ocultos, tapices fascinantes, mariposas gigantescas, un éxodo místico a la infancia del autor y a la prehistoria de su familia. Un mundo caleidoscópico del que emergemos como si regresáramos de un peregrinaje, conmovidos y transformados.
Floreana, historiadora joven, más bien retraída, llega a un albergue sui generis en la isla de Chiloé. Allí, en medio de los paisajes del sur profundo chileno, acuden mujeres diversas para curar las heridas de un dolor común: el desamor de los hombres.
Si bien la incapacidad afectiva masculina parece ser, para ellas, la clave del desencuentro, la autora da voz -por primera vez- a un punto de vista masculino: el médico del pueblo, un santiaguino autoexiliado en la isla, que arrastra sus propias heridas.
Ambivalentes, reprimidos en el sexo, vacilantes en el compromiso amoroso, los hombres sienten miedo frente a la autonomía que las mujeres han ganado. Mientras tanto, en ellas crece la insatisfacción, el «mal femenino» de este fin de siglo.