En su dedicatoria a la reina Isabel, Pulgar define con claridad el propósito de su galería de retratos, dejando clara la raigambre clásica de su inspiración: «Yo, muy excelente reina y señora, criado desde mi menor edad en la corte del rey, vuestro padre, y del rey don Enrique, vuestro hermano, movido con aquel amor de mi tierra que los otros hobieron de la suya, me dispuse a escribir de algunos claros varones, perlados y caballeros, naturales de vuestros reinos, que yo conocí y comuniqué, cuyas hazañas y notables hechos, si particularmente se hobiesen de contar, requería hacerse de cada uno una gran historia. Y por ende, brevemente, con el ayuda de Dios, escribiré los linajes y condiciones de cada uno y algunos notables hechos que hicieron, de los cuales se puede bien creer que en autoridad de personas y en ornamento de virtudes y en las habilidades que tovieron, así en la ciencia como en las armas, no fueron menos excelentes que aquellos griegos y romanos y franceses que tanto son loados en sus escrituras»
Conoces a la persona adecuada. Tu vida hace clic y todo funciona.
Pasas de compartir notas secretas a pasar largas tardes en un coche con la persona que siempre has deseado.
Sonrisas, caricias, pasión... cuando vives embriagado por la pasión, lo explosivo y lo adictivo ¿qué puede ir mal?
Probablemente TODO.
Las cosas buenas no se consiguen con facilidad y lo que creías que estaba dictado por el destino, tal vez, no eran más que películas en tu cabeza.
Pero... ¿quiénes serían Clover y Callum si no luchasen contra todo lo preestablecido?
Un irlandés y su trébol. Eso es lo que siempre serán.
El 28 de septiembre de 1940 el submarino Cappellini de la armada fascista italiana partió del puerto de La Spezia con rumbo al Atlántico, vía Gibraltar. Al mando estaba el veterano comandante Salvatore Todaro, un hombre que llevaba el pecho cubierto con una coraza de acero debido a viejas heridas de combate.
Durante su misión, avistaron un buque belga, el Kabalo. Se produjo un combate naval y el submarino hundió al barco enemigo. Pasado un rato, vieron aparecer a varios tripulantes sobrevivientes. Pese a que el almirante alemán Dönitz ordenó explícitamente que no se los rescatase, Todaro decidió contravenir a sus superiores y primar, por encima del reglamento militar, la ley del mar, que dice que hay que rescatar a los náufragos. Su gesto lo convierte en un héroe que conecta el pasado con nuestro presente de pateras rescatadas en alta mar por barcos que, con demasiada frecuencia, las autoridades no quieren dejar desembarcar en sus puertos.
Una novela que lo cuestiona todo.
Una nueva forma de leer el amor.
Porque a veces la verdad (no) es solo aquello que queremos creer.
Elsa Benavides es una escritora de éxito con una crisis creativa y una obsesión: matar al personaje que la catapultó al éxito. Pero la solución a sus problemas no pasa por electrocutar a Valentina con un móvil en la bañera. Es la punta del iceberg de una herida más profunda.
Decidida a huir para volver a abrazar la escritura, se topa con Darío, un músico recién llegado de París que además es su vecino. Empieza así una nueva historia en la que Elsa es la protagonista. ¿Será capaz de contarlo todo?
¿Y si el imbécil al que odias fuese también el único hombre al que no logras resistirte?
Travis Anderson es, con toda probabilidad, el tipo más arrogante, bocazas e idiota que conozco. El problema es que también es el hermano del novio de mi mejor amiga. Ahora que Travis está viviendo en casa de Blake, a pesar de mis esfuerzos para evitarlo, acabamos coincidiendo durante un fin de semana. Y el encuentro termina siendo como el choque frontal de dos trenes a toda velocidad: devastador y... catastrófico.
Odio cómo me hace sentir.
Odio la forma en la que mi cuerpo reacciona cuando está cerca.
Y, sobre todo, odio que, a pesar de su impertinente actitud, me estoy empezando a divertir con esta estúpida guerra personal que hemos entablado.
Lo odio con todas mis fuerzas.
Pero, cuanto más descubro de él, más difícil se me hace continuar odiándolo.