Alberto Savinio (Andrea de Chirico) representa una de las expresiones más afortunadas del Surrealismo. Savinio cuenta que un día de 1937, en Paris, André Breton le dio a leer un escrito suyo donde decía que tanto él como su hermano, el pintor Giorgio de Chirico, eran dos de las expresiones más importantes de ese extraño arte llamado Surrealismo. Palabras lisonjeras las de Bretón, pero que podrían confundir a los lectores de este peculiar escritor italiano. En todo caso el surrealismo de Savinio sigue sus propios cauces: «Mi surrealismo», dice Savinio, «como testimonian muchos de mis escritos y de mis pinturas, no se contenta con representar lo informe y con exprimir el inconsciente, sino en darle forma a lo informe y conciencia al inconsciente». Con estos cuentos, Alberto Savinio nos muestra una de las formas más originales del surrealismo.
En La polca de los osos, Margo Glantz nos invita a un viaje por tres regiones esenciales de la literatura que ha admirado, traducido y estudiado. Grabamos de entrada la imagen del cuerpo en la literatura y principalmente el territorio del erotismo, los diversos hallazgos que han aportado indispensables, de Sade a Bataille y de Kawabata a Simone de Beauvoir. Luego contemplamos las estrategias de la memoria en clásicos como Proust, Flaubert, Rimbaud, una docena de autores Claude Simon o Marguerite Duras. Aquí el libro realiza giro admirable y la prosa de Margo Glantz repasa la trayectoria de los escritores perseguidos por el nazismo, de Paul Celan a Primo Levi. Un cuerpo y placer, memoria y dolor son ejes de este libro exquisito, apuntalados brioso, apasionado, divertido, por momentos impetuoso pero sobre todo adictivo y brillante. Estos ensayos de una de nuestras prosistas más destacadas ofrecen un panorama de la sensualidad y el placer, la memoria del cuerpo, el dolor y la vida tal como la presentación de la escritura algunos de los con un estilo literario. En La polca de los osos, Margo Glantz refrenda las posibilidades placenteras del ensayo y, por supuesto, de la gran literatura.
Salambó es una novela histórica de gran importancia para las letras universales por tratarse de un texto escrito a partir de una minuciosa investigación por parte de Flaubert. El relato se ubica en el siglo III en la llamada Guerra de los Mercenarios (en Cartago tras la primera Guerra Púnica) e incluye, para deleite de sus lectores, personajes como Salambó y Matho que son llevados por amores, traiciones, pérdidas, vacíos y los dolores propios de una historia cruel y violenta.
Un hecho fortuito coloca a Andrés Lavriaga, un prófugo que acaba de robar una sucursal de préstamos, y a Julia Bazin, una bióloga que llegó a un punto ciego en su vida, en el mismo escenario y con el mismo rótulo: son los únicos sobrevivientes de un triple accidente de tránsito en la ruta. Así empieza esta historia: con el desenlace de una secuencia que reconfigura la vida de los dos personajes, sus pasados y también el presente, que comparten en el hospital al que son derivados.
El resto del mundo rima narra la experiencia fantasmal de una mujer que desafía la lógica de la existencia. Que escapa de su internación, se esconde en un placar y usurpa la identidad de una doctora para acercarse al otro sobreviviente y, a partir de la vida de él, reinventar la suya. Julia, camuflada como Mónica Elzester, y Andrés, convaleciente, entablan una relación extraña y ambigua. Ambos buscan sentido en la memoria del otro, que se mezcla con películas, sueños y fragmentos leídos.
La historia de la perla más famosa de todos los tiempos y de las mujeres que la poseyeron.
Una joya legendaria en manos de una sucesión de personajes extraordinarios.
La Peregrina es, sin duda, la perla más famosa de todos los tiempos. En el siglo XVI, el esclavo que la extrajo del mar logró comprar con ella su libertad. No mucho tiempo después, y dada su rara belleza, llegó a manos de Felipe II, comenzando así la leyenda que desde entonces la acompaña y según la cual las grandes perlas propician tanto grandes amores como grandes conmociones. Reyes y reinas, aventureras, espías, artistas, ladrones, asesinos… por manos de estos y otros muchos notables personajes ha pasado la Peregrina hasta llegar a las de Richard Burton, que se la regaló a Elizabeth Taylor, sellando así una de las historias de amor más sonadas del siglo XX.