Imbuida de un claro componente autobiográfico, Suite francesa se inicia en París los días previos a la invasión alemana, en un clima de incertidumbre e incredulidad. Enseguida, tras las primeras bombas, miles de familias se lanzan a las carreteras en coche, en bicicleta o a pie. Némirovsky dibuja con precisión las escenas, unas conmovedoras y otras grotescas, que se suceden en el camino: ricos burgueses angustiados, amantes abandonadas, ancianos olvidados en el viaje, los bombardeos sobre la población indefensa, las artimañas para conseguir agua, comida y gasolina. A medida que los alemanes van tomando posesión del país, se vislumbra un desmoronamiento del orden social imperante y el nacimiento de una nueva época.
La presencia de los invasores despertará odios, pero también historias de amor clandestinas y públicas muestras de colaboracionismo. Concebidacomo una composición en cinco partes -de las cuales la autora sólo alcanzó a escribir dos- Suite francesa combina un retrato intimista de la burguesía ilustrada con una visión implacable de la sociedad francesa durante la ocupación. Con lucidez, pero también con un desasosiego notablemente exento de sentimentalismo, Némirovsky muestra el fiel reflejo de una sociedad que ha perdido su rumbo. El tono realista y distante de Némirovsky le permite componer una radiografía fiel del país que la ha abandonado a su suerte y la ha arrojado en manos de sus verdugos. Estamos pues ante un testimonio profundo y conmovedor de la condición humana, escrito sin la facilidad de la distancia ni la perspectiva del tiempo, por alguien que no llegó a conocer siquiera el final del cataclismo que le tocó vivir.
Grace lo ha perdido todo y no se detendrá ante nada para vengarse.
Cuando Grace Bernard descubre que el padre millonario que la abandonó ha ignorado las llamadas de auxilio de su madre moribunda, jura venganza y se propone matar a todos los miembros de su acaudalada familia. Así que hace una lista de nombres y, decidida a tacharlos todos, se lanza en una misión despiadada para hacer justicia y, en el proceso, convertirse en la única heredera de la fortuna de los Artemis. Su plan es perfecto y confía en salirse con la suya sin mayores problemas, pero siempre hay variables que una no puede controlar... sobre todo cuando hablamos de matar.
Marlo Morgan no tenía edad ni talante de aventura, pero la realidad se le impuso con la fuerza y el poder que suelen trasmitirnos las grandes experiencias. Así fue como vivió una odisea fascinante: un viaje a pie por el desierto australiano en compañía de una tribu de aborígenes cuyas leyes de convivencia nada tienen en común con las nuestras.
El aprendizaje fue duro, pues a lo largo de esa extraña peregrinación tuvo que desprenderse de sus antiguos hábitos y aprender distintas formas de comer, de caminar y de comunicarse para poder gozar, al fin, de una auténtica comunión con la naturaleza y con esa parte de su cuerpo y su mente que ella misma desconocía.
En los albores de un nuevo siglo, en un invierno característico de Filadelfia, nace Alma Whittaker. Su padre, Henry Whittaker, es un explorador botánico audaz y carismático cuya vasta fortuna oculta unos orígenes humildes: comenzó de pilluelo en los jardines Kew de Sir Joseph Banks y de grumete a bordo del Resolution del capitán Cook. La madre de Alma, una estricta holandesa de buena familia, sabe tanto de botánica como cualquier hombre.
Niña independiente, con una sed de conocimientos insaciable, Alma no tarda en adentrarse en el mundo de las plantas y de la ciencia. Sin embargo, a medida que el minucioso estudio de los musgos la acerca más y más a los misterios de la evolución, el hombre al que ama la arrastra en la dirección opuesta: al mundo de lo espiritual, lo divino y lo mágico. Ella es una científica de mente despejada; él es un artista utópico. Pero lo que une a esta pareja es la pasión compartida por el saber: el desesperado deseo de comprender cómo funciona el mundo, de qué están hechos los mecanismos de la vida.
Wiesbaden, 1951. Al Café del Ángel le ha salido competencia. Junto al tradicional establecimiento de la familia Koch ha abierto otro más moderno: el Café del Rey. Mientras Hilde Koch intenta en vano convencer a sus padres para que modernicen el local, su gran amor, por el que tanto ha luchado, parece a punto de resquebrajarse.
A su hermano August tampoco le van mejor las cosas. Cuando regresa a Alemania, tras haber sido prisionero de guerra de los rusos, comienza a sentirse atraído precisamente por una misteriosa joven rusa, cuya llegada amenaza con dividir a la familia...
Si alguien inventara una máquina capaz de sumergirte en un sueño lúcido a través del cual descubrieras como sería tu vida ideal, ¿te atreverías a probarlo?
Violeta, cansada de echar de menos a su exnovio Tomás y de no acabar de sentir lo que tendría que sentir por Yago, ni por su trabajo actual en la galería, no lo duda ni un momento. Lo que Violeta no espera es que un fallo en la máquina cambie su vida por completo haciendo que un chico misterioso, Pau, aparezca en sus sueños.
Un mundo totalmente inesperado se abre ante ella el día que sueña con él por primera vez, siente de inmediato una conexión eléctrica y especial; un chico que con solo su mirada parece mostrarle el verdadero sentido de la vida, del amor y de la muerte. Porque hay relaciones que trascienden nuestro plano de existencia. El problema de Violeta vendrá cuando despierte y se percate de que encontrar a Pau en la vida real no es tarea fácil.